Transformaciones

Sebastian es un hombre de esos que todo lo quieren controlar. Literalmente controla hasta la ropa interior que uso en casa cuando no está. Los últimos días han sido intensos, dejar mi trabajo, mudarme a un nuevo vecindario, rentar mi casa, acomodar a Mily a su nueva rutina y conocer a la niñera que sí es muy buena, pero no es familia. 

Regresé al médico, un hombre demasiado guapo, unos ojos preciosos y un físico impresionante, pero a él tuve que decirle la verdad a qué me dedico y desde cuándo. Logan lo tomó con toda la naturalidad del planeta y me hizo rellenar una documentación enorme para conocer sus hábitos y gusto, tenía, claro, es más cómodo escribirlo que ir hablando poco a poco sobre lo que uno ha hecho en la vida. 

—Hola, Olivia— Dijo Logan mientras tomaba asiento. —Los exámenes están muy bien. 

—¿En serio?

—¿Te sorprende? Eres una mujer muy inteligente y cuidadosa. 

—Gracias, es solo que siempre da miedo visitar al médico. 

—Lo entiendo. Te hice un chequeo general y uno ginecológico,  estás muy bien en todo, tus niveles hormonales son buenos, tu papanicolau está excelente, también tu mamografía y los exámenes generales también. Quería preguntarte por tus periodos, dijiste que son con mucho flujo. 

—Sí, es abundante, me cambio unas dos o tres veces en dos horas. 

—Es mucho, ¿te molestar visitar para un ultrasonido el próximo periodo?

—Claro.

—Como mencionaste ese tipo de irregularidad me gustaría que valoraras cambiar de método anticonceptivo, misma efectividad y más práctico, tiene la ventaja que disminuye el flujo menstrual, en algunos casos hasta desaparecerlo y eso en tu caso sería muy conveniente, eso sí, usando condón y todos los cuidados que hasta ahora. 

—¿Cuánto tiempo dura?—pregunté.

—Puede ser hasta 7 años o uno de meses. 

—El de meses para hacer la prueba—respondió animada. 

El aparato era tan pequeño y cómodo que después de unos 15 minutos estaba saliendo del lugar en dirección a su casa. Cuando regresé a mi casa ya todo estaba preparado para mi cita con Sebastian, dejó un claro mensaje con indicaciones de lo que quería que usase para nuestra cita  de la noche, aparentemente le acompañaría a alguna especie de cena importante. Entré a casa sin prisa y vi a  Mily desde la entrada, junto a su niñera la cual le  felicitaba por estar haciendo un excelente trabajo y la confianza es un tema difícil para mí, pero… Me cuesta ver que la niña se esté adaptando tan bien a estar con una extraña y lo disfrute tanto. 

Me acerqué para darle un beso a Mily. La niñera me comentó sus logros de la tarde; habían comido todos los vegetales, fueron al parque a jugar un rato y regresaron a casa a hacer la tarea sin ningún tipo de queja. Solo optimismo, y mi sobrina, una niña pequeña y tan llena de opiniones sin dar una sola es un logro completo, me incliné y le di un beso en la frente. 

—Tía O, puedo ver una película. 

—Estás con ella, así que le tienes que preguntar a tu nana. Ahora, que si terminas esa tarea con eso dibujos tan hermosos seguro que te deja. 

La dejé conversando con la nana sobre todos los programas que quería ver, la mujer le preguntó por cada uno de ellos y yo me dirigí a mi habitación divertida ante las ocurrencias de mi sobrina. No pude evitar preguntarme, cómo y dónde estaría mi hermana. Cuando una persona está profundamente sumergida en las drogas es mejor no saber, porque la respuesta duele más. Duele que esté lejos, intoxicada, pero, no estoy lista para que me digan que ha muerto de la peor manera. 

Tomé una relajante ducha. El agua caliente a ratos quemaba mi piel, me puse aceite con olor a naranja, mi favorito. Fui en busca de la gran cantidad de lencería que Sebastian me había sugerido comprar,  hace un par de días se apareció con su chofer en la puerta de mi casa, no se bajó del auto.  

Simplemente esperó dentro y me dio uno de esos besos que no solo roban el aliento sino una parte de ti, confusa y llena de incomodidad me explicó que me llevaría de compras para que fuese lo que él necesitaba. Me llenó de lencería, de ropa fina y elegante para sus eventos, la ropa con la que deseaba saliese de casa ahora que nos ligarían al uno con el otro. Finalmente, me sugirió un cambio de look, pero esta soy yo,  con mi cabello largo y colocó hasta la cintura, pelirroja y curvilínea, con pecas y uñas largas. No hay forma de cambiarme y no estoy dispuesta a deshacerme del pelo rojo que siempre me ha diferenciado del resto.

Sebastian había elegido un vestido rojo al cuerpo  con algunas partes al descubierto en mi abdomen y el vestido es espectacular, sin embargo en mi cuerpo se convierte en demasiado llamativo. Se ven demasiado mis bustos, mis piernas son muy grandes y mi trasero se repinta por completo en el vestido. 

Me saqué la ropa interior porque se marcaba terriblemente y es mejor tener a la gente pensando que uno va con ropa interior invisible y sin poder decir con certeza que anda sin ropa interior a llevar marcado cada centímetro del calzón. 

Bajé me encontré con Mily recogiendo sus colores. Se quedó mirando mientras me acercaba y me hizo una seña con el dedo para que me girara. Sonrió complacida cuando lo hice y me dijo: 

—Te ves como una princesa. 

—¿Si? 

—¡Sí!—Respondió. —Me gusta esta nueva vida—dijo mientras se metía una uva a la boca. —¿En qué trabajas ahora?

¿En qué trabajo ahora...?  Porque, antes cantaba en un bar de mala muerte y no me podía permitir un sándwich; ahora vivimos en esta casa pequeña pero preciosa, con jardín, en una zona agradable, va al colegio porque hay dinero hasta para el uniforme, un colegio muy pijo y tenemos un televisor más grande que ella, por no hablar, de la niñera impagable. 

—¿Tía Olivia? 

—Bueno, tengo un trabajo en el que soy el  entretenimiento mi amor. Acompaño a mi jefe a actividades importantes para que él venda mientras yo  entretengo esposas y gente inapropiada. Soy como un distractor. 

—Con ese cuerpo por supuesto que lo eres —Replicó la niñera y alcé una ceja antes de acercarme por un poco de agua a la cocina y a recordarle algunas reglas. 

Ella asintió cuando le recordé que Mily se acuesta a las 8 y que los sábados puede desayunar con algo dulce, pancakes o dona, no las dos porque sé que es convincente. 

—¿Por qué no le dijo que el señor Caine es su novio? 

—Al señor Caine no le preguntas estas cosas, a mí tampoco. El amor se va, no quiero que se acostumbre a que un hombre nos saca de todo tipo de dificultades, prefiero que piense que me lo gano trabajando como le va a tocar algún día a ella. 

—Es que puesto así es venderse por amor. 

—Ese es el peor tipo de humillación autoinfringida, yo lo hago por dinero y la niña no necesita saber o entender—respondí seria. —Cuida lo que preguntas y lo que dices —Advertí. 

Antes que dijese algo más mi bolsa sonó y abrí para contestar el teléfono, era el chofer de Sebastian, me esperaban fuera para ir al evento. Me acerqué a Milena y le llené de besos antes de irme de casa en dirección al auto. Subí y el chofer me dijo que me encontraría con Sebastian en el evento. No le daba tiempo de venir por mí y aquello me sonó a una excusa exclusiva de Fernán,, el hombre que se ha encargado,  de llevarnos a Mily y a mí a todos lados, viene puntual y le lleva a la escuela y en las tardes le trae de regreso. 

—¿Sabe si va a esperarme fuera?

—No me dijo nada al respecto. 

—Gracias—El hombre sonrió y señaló un edificio. 

—La señorita Mily dice que esos rótulos son fundamentales para practicar la lectura. 

—Ella siempre inventa cosas, con una facilidad. 

—Sí, dijo que le parecía que era una de mis obligaciones en el auto. 

—¿Dijo eso? 

—Luego de que le explicase que mi obligación era llevarle y abrirle la puerta aunque ella pueda sola—Reí. 

—Gracias y si molesta mucho me lo dice y le controlo. 

—Me divierte es diferente, el señor siempre está ocupado y usted preocupada, Mily, me está instruyendo en el repertorio musical de las niñas de 4-6 años—Sonreí y por un segundo se me olvidó que estaba por afrontar mi primer prueba como trabajadora del sexo privada. 

Me lo he preguntado todos estos días. 

¿Qué va a pasar cuando no esté a la altura? 

¿Qué voy a hacer si no funciona? 

Porque es cierto, Sebastian me tiene cubierta, pero él cree de verdad que no va a aburrirse de mí en menos de cuatro años. Y yo… no sé por dónde empezar en mi vida, ahorro todo el dinero o invierto en una carrera. 

El chofer aparcó en frente y miré el lugar, era el tipo de evento al que toda la alta sociedad de la ciudad asiste y habían esperado con ansias. Para ello sacan las mejores joyas, los mejores trajes y nadie que se quiera un poco olvida llevar la chequera y firmar de manera generosa. 

Desde el auto intenté ver a Sebastian, pero, solo se veía un enorme pasillo lleno de gente, entre ellos fotógrafos, periodistas y algunas personas disfrutando su pasado sobre la alfombra y saludando a viejos amigos o conocidos.

 No estaba alista así que le pedí a Fernán, que diéramos una vuelta mientras intentaba contactar con Sebastian, no di una sino tres y Sebastian  no se dignó a tomar la llamada, solo respondió con un mensaje: estás tarde y odio la impuntualidad. 

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