Oriel Moreau.
Todo había pasado demasiado rápido, desde el momento en que la besé en la playa y vi que no sentía ya lo mismo hasta el momento en que llega su madre de San Francisco y yo tengo que meterme en un papel que no me molesta para nada entrar.
— Entonces, ¿No dirás nada? — niega porque tengo razón, más conociendo a su madre — Espero que estés cómoda durmiendo conmigo, por lo que deduzco, tu madre dormirá en tu cuarto, ¿no? — se ríe con sarcasmo.
— Dormiré con mi hija, no necesito dormir contigo — excusa a punto de irse, detengo la puerta y se voltea a mirarme.
— La mentira no sería creíble, Jade — entrecierra sus ojos molesta ya abre por fin la puerta para irse, salgo del despacho también y veo a su madre bajar cuando Jade se ha ido a la cocina — Espero que se siente cómoda, suegra — me sonríe alegre.
— Ay querido, claro que me siento cómoda, hacia años que no te veía — ríe para luego mirarme bien — ¿Se piensan volver a casar? — pregunta y trago saliva, se suponía que hoy Beck