“Por supuesto que él ayudaría a su amigo a ocultar algo”,pensó Sofía para sí misma.
Ahora, al recordar la llamada telefónica que hizo a Julio aquel día y su extraño tono de voz, Sofía se dio cuenta de todas las inconsistencias.
No era de extrañar que Julio no la hubiera visitado en estos días e incluso que hubieran tenido poca comunicación telefónica. Seguramente ese hombre temía que ella descubriera algo.
En ese instante, Sofía sintió una presión en su pecho. Le costaba respirar. Se levantó y se dirigió hacia la puerta de la habitación.
—Voy a hacer una llamada.
Antonio no preguntó más. Sabía que estaba llamando a Julio. Le gustaba cómo se desarrollaban las cosas. Después de todo, no creía ni por un segundo que Julio no supiera sobre este asunto, y Sofía tampoco lo creería.
En el balcón, Sofía tomó su teléfono. Respiró profundamente y luego marcó el número de Julio.
—¿Sofi? —El teléfono se conectó y la voz de Julio sonó. Parecía sorprendido de que Sofía le llamara.
Sofía no habló. Se