La lógica estaba ahí, pero Sofía seguía insistiendo en que Julio regresara a su propia habitación para dormir.
—En el futuro, habrá muchas oportunidades para dormir juntos. Ahora deberíamos mantener distancia y disfrutar de estos escasos momentos de libertad.
—Está bien, tú decides. —Julio no insistió más, y de hecho, había anticipado que Sofía no aceptaría. Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta. —Buenas noches.
—Buenas noches. —Sofía le hizo un gesto con la mano, indicándole que se fuera rápidamente.
La puerta se cerró de golpe y Julio desapareció en su habitación.
Sofía rió suavemente y luego se acostó, entrando rápidamente en un sueño profundo.
Por otro lado, después de la llamada telefónica con Sofía, Antonio se levantó y dejó su propia casa.
En realidad, Sofía no estaba equivocada. Ese día, Antonio realmente vio a Mariana. Estaba en su automóvil y la vio salir del supermercado, cargando bolsas de compras y pareciendo cansada.
Casi cede ante el impulso de ir a ayudarla, pe