Parte 1...
Cristina
Cuando llegué a la clínica estaba tan nerviosa y agitada que casi paso volando por la puerta del fondo, hablé con el personal sin prestar atención a lo que decía y corrí al vestuario para cambiarme.
Lo único que quería ahora era concentrarme en mi trabajo y olvidar que había pasado por una situación embarazosa. Mi corazón seguía acelerado. Estoy seguro de que si me tomo la presión arterial será alta.
— Hola... ¿Qué es esa cara?
Simone se detuvo a mi lado observando cómo guardaba el vestido en el bolso. Ya había quitado la cadena y la había guardado en el bolsillo interior. Había olvidado las flores en el asiento trasero de su coche.
— Nada -respondí, cerrando la puerta del armario-.
La respuesta no sirvió de mucho porque me apartó y me hizo sentar en el banco del pasillo.
— ¿Qué pasa, Tina? ¿Le pasó algo a tu madre?
— No, está bien, gracias a Dios.
— Entonces, ¿qué es? Estás pálido y no estás bien, lo sé. Tus ojos son muy brillantes, pareces eléctrico. ¿Qué es la