Lucas me echó un rápido vistazo, percibió que mi angustia se debía a algo más que su estado de salud. Tendió su mano hacia mí y me acerqué con temor de causarle daño, tomando su tacto con suavidad. Tiró de mí, hasta que tomé asiento al borde de su cama, a su lado. No pude evitar estudiar sus perfectas facciones desprovistas de su color habitual. No entendía cómo de la noche a la mañana, yacía de ese modo, tendido en una cama de hospital.
—¿Sucedió algo? —inquirió con tranquilidad, sostuvo con firmeza mi mano y escrutó mi rostro, un tanto preocupado.
Quise gritarle y reclamarle que no me hubiera dicho nada, mas eso ya no servía de nada.
—¿Te parece poco? —indagué de pronto, llorosa y furiosa—. ¿Te parece poco lo que está sucediendo, Lucas? ¿Te parece tan