Durante los veinte minutos en la ducha, Adriana estuvo bastante nerviosa.
Pensó que si en verdad podía, escaparía por ahí y evitaría a José.
Pero al final, abrió la puerta del baño y salió. Aunque sabía que en el dormitorio la esperaba un hombre aterrador, sabía que escapar no resolvería nada.
Sin embargo, cuando caminó al cuarto con el corazón acelerado, no encontró a José en la cama. En su lugar, en el banco a los pies de la cama había una nota:
Te lo recuerdo: mi paciencia no es infinita.
Adriana leyó la nota y no pudo evitar sonreír.
José siempre decía que no tenía paciencia con ella, pero estaba siendo el hombre más paciente del mundo.
Ella lo sabía bien; si esa noche él hubiese insistido en dormir juntos, no habría tenido razones para rechazarlo.
Pero al final, él respetó su decisión.
Adriana se sentó en la cama, sonriente y un poco sonrojada. De alguna manera, él la hacía sentirse demasiado dramática...
Al día siguiente por la noche.
La conferencia de prensa del concurso de frag