En lo que a mí concierne nunca había asistido a una carrera clandestina. Luego de pasar más de quince minutos discutiendo con Bastian acerca de lo absurdo y torpe que era arriesgarse por una estupidez de demostrar a un mono idiota quien era el mejor, me rendí. Bastian no iba a cambiar de opinión y yo no iba a convencerlo por mucho amor que me tuviera. Salgo de la habitación en donde se estaba preparando para salir, era increíble como todo daba un giro de 180° cuando me despistada por unos segundos. Mis amigos se estaban alistando, y los adultos habían pasado de la cena a una de las salas principales para hablar de negocios sin darse cuenta de lo que pasaba a su alrededor. Camino entre los pasillos, estaba de muy mal humor cuando al bajar los peldaños de la escalera, una mano toma mi brazo con fuerza, me giro y mis ojos se clavan en los del mono idiota; Harry.