Carlos la miró con desdén: —No te creas tanto, eres una mujer divorciada, ¿qué me ibas a gustar a mí?
Bella se relajó un poco. Carlos sólo la estaba tratando como a una compañera de negocios, si realmente le gustara, sería mucho más problemático.
Ella no quería volver a verse envuelta en asuntos sentimentales.
Al llegar al vestíbulo del hotel, Bella no dejó que Carlos se bajara: —Puedo entrar yo sola.
—¿Estás segura?
—Claro.
Carlos la miró de reojo sin decir nada más, pisó el acelerador y se marchó.
Bella entró en el vestíbulo del hotel y sacó su teléfono para llamar a Elena y preguntar cómo estaba.
Antes de que le respondieran, por el rabillo del ojo vio una figura conocida en la recepción: era Pedro.
A su lado había una mujer con aspecto de alta sociedad.
Tendría unos veinte y pocos años, llevaba un bolso de edición limitada, vestía con elegancia y estilo, y tenía una figura esbelta y estilizada. Estaba de pie junto al alto y apuesto Pedro.
Al ver esto, Bella frunció el ceño. ¿Qué si