7. DESCUBIERTOS

Lucero

Estuvimos dos horas realizando la entrevista, entre las mil preguntas que hice, las anécdotas que me contaba el señor Ahmed y el recorrido, que él muy amablemente me dio por la fábrica y oficinas, regresamos a la suya para continuar con algunas preguntas más. Él había mencionado que tenía una sorpresa para mí y al estar en la entrada, abrió la puerta señalando al lado derecho donde el sol comenzaba a descender en el horizonte, desde esta altura me sentía volar al ver esos colores en el hermoso cielo, ni siquiera podía borrar la sonrisa de mi rostro.

—Me alegra que te guste, a mi esposa le encantaba venir a esta hora para disfrutar del atardecer conmigo, nos sentábamos bebiendo y comiendo algunos bocadillos hasta que el sol desaparecía por completo, entonces tomaba su mano y regresábamos juntos a casa —cuenta con mucha nostalgia logrando remover muchas cosas en mí.

—Fue muy afortunada de tenerlo como esposo, no imagino cuántos atardeceres habrán visto en todos estos años.

—Los suficientes para enamorarme cada día más de ella.

Tenía un brillo tan hermoso en sus ojos que solo su sonrisa podía igualarlo, realmente lo envidio y a su vez los admiro.

—Si no tienes planes me gustaría que te quedaras y disfrutaras de la vista conmigo, sé que te va a gustar —invita tan amable y galante a la vez que es imposible rechazarlo.

—Será todo un placer para mí señor Ahmed, también quisiera agradecerle nuevamente por su atención, hospitalidad y el permitirme hacer esta entrevista a usted y a su nieto.

Caminamos al sofá donde tomamos asiento y me dejé llevar por el exquisito aroma del café que venía acompañado de un plato con diversos bocadillos de sal y dulce.

—El placer es todo mío al tenerte con nosotros, pero ya que hablas de mi nieto ¿No te ocasionó ningún problema ese día?

Recordé todo lo ocurrido con Sharif y aclaré un poco mi garganta para que no notara mi nerviosismo. Hacía una hora él se había ido para encargarse de algunos asuntos de su empresa con Abiud y dijo que volvería más tarde por mí.

—No, su nieto fue muy cortés conmigo e hicimos la entrevista sin ningún inconveniente —respondí lo más segura posible.

—No pareces una mujer que guste de las mentiras y porque conozco a mi nieto, sé que quizás pudo hacer algo para hacerte sentir incómoda.

—No señor, de verdad todo salió bien…

—¿...pero? —pregunta perspicaz.

¿Acaso este hombre me estaba leyendo la mente o qué? ¿O será que tal vez Sharif le comentó algo de lo ocurrido? Si es así debo tener cuidado con lo que diga para no meterlo en más problemas con su familia.

—No es importante y tampoco es asunto mío, pero en lo que concierne a la entrevista todo salió bien.

—¿Y qué fue lo que ocurrió que no es asunto tuyo?

Estaba a punto de comentar un poco lo ocurrido cuando escuchamos unos estruendosos gritos al otro lado de la puerta, de repente esta se abre abruptamente dejando ver a la muñequita plástica con Sharif, ella estaba roja de la ira y él ni se diga.

(...)

Sharif

Había salido para ver cómo iba todo en la empresa aprovechando que ellos estarían ocupados y no me necesitarían. Durante el tiempo que los acompañé, vi a Lucero con su semblante tan profesional al hablar con mi abuelo, al mismo tiempo que se le veía feliz de estar con él. Mi abuelo por otra parte también se veía cómodo con ella, le dio una cálida bienvenida y sonreían mucho al hablar de su pasado con mi abuela.

No quise quedarme a escuchar mucho más puesto que es un tema que también me afecta en cierta medida, a ella la perdí cuando era un niño y le tenía un cariño inmenso, todavía recuerdo las veces que iba a visitarme y dábamos algunos paseos en las tardes junto a Abiud.

Cerca de las cuatro y media regresé a la empresa para saber si habían culminado la entrevista, no sabía si seguiría con él o se había ido al hotel sola a pesar de decirle que la llevaría, pero al abrirse las puertas del ascensor en el piso que está la oficina de mi abuelo, veo que Sanem está a punto de entrar y corro para detenerla. Ella comienza a armar un escándalo en ese lugar, no hacía más que gritar histérica por lo ocurrido en Tarifa y estaba dispuesta a entrar para contarle todo a mi abuelo.

Era muy claro que buscaba como fuese asegurar este matrimonio y sé que son muchos millones sus razones para hacerlo, pero no dejaría que hablara con él sin yo antes decirle lo ocurrido y menos porque Lucero estaba en esa oficina.

Por desgracia ella se libró de mi agarre y rápidamente entró sin permiso alguno, entonces vimos a mi abuelo junto a Lucero sentados en aquel sofá tan significativo para él, uno donde solía compartir mucho con mi abuela. Se me hizo muy extraño, pues él no era de dejar a ningún desconocido acompañarlo ahí, a veces ni siquiera de la misma familia.

—¿Se puede saber qué son todos esos gritos? ¿Y por qué entran a mi oficina de esa manera? —pregunta mi abuelo bastante enojado.

Miro por un instante a Lucero quien esconde su rostro pensando que Sanem no la reconocerá, por desgracia eso ocurrirá en cualquier momento y ahora los dos estamos metidos en muchos problemas. No imagino el sermón que me dará Abiud cuando se entere de todo esto.

—Señor Ahmed, vine porque tengo que hablar de algo muy importante con usted y quiero que me aclaren si es verdad que cancelaron mi boda con Sharif —odio ese chillido de ella, será mejor calmarme y pensar con cabeza fría.

—¿Cancelar la boda? No sé de qué hablas.

—Hablo de la noviecita con la que Sharif se estaba...

Sanem queda en silencio al percatarse de la presencia de Lucero y sé que logra reconocerla, pues su rostro se ha tornado en otro completamente diferente. Ella se va hacia Lucero exigiendo entre gritos una explicación por su presencia en el lugar, pero la mirada que me da Lucero es de total preocupación, pues una cosa era hacer esto entre nosotros y otra frente a mi abuelo considerando todo lo que hay en medio.

Logro moverme rápidamente para evitar que pueda lastimarla, mi abuelo nos ve a los tres muy molesto por la situación y en su mirada logro ver cómo exige una explicación de parte mía al escuchar todos los gritos y reclamos de Sanem sobre nuestro noviazgo y compromiso, uno que realmente no existe excepto para ella.

—Ya basta Sanem, te dejé muy claro la última vez que no te quería cerca de ella y no voy a permitir que te atrevas a ponerle un dedo encima.

Sé que no debería continuar con esta mentira, pero era mejor seguirla frente a ella, ya después hablaría con mi abuelo dándole todas las explicaciones pertinentes.

—¡Suéltame Sharif!, te recuerdo que tu familia hizo un compromiso con la mía y tú y yo nos casaremos bien sea que te guste o no.

—¡Es suficiente, basta los dos! —grita mi abuelo furioso. —No voy a permitir que se atrevan a hacer un escándalo de semejante magnitud en mi propia oficina.

—Pero señor Ahmed yo...

—¡Dije silencio! —gritó al punto de hacerla temblar. —Se supone que eres una mujer de clase y buena familia, pero la actitud que tienes aquí no me refleja nada de eso, así que retírate de inmediato que tengo que hablar con mi nieto a solas y ya después hablaré con tu padre.

Sanem queda petrificada ante esas palabras, su padre es un hombre estricto y conservador, ha dejado pasar muchas locuras de ella, pero lo que jamás permitiría sería que su familia se viese envuelta en un escándalo que afectase su reputación.

Ella sale rápidamente de la oficina, a lo que mi abuelo va tras ella para cerrar la puerta con seguro y es obvio que las cosas se pondrán muy mal en este punto, así que voy con Lucero en lo que él está lejos y le hablo entre murmuros.

—¿Estás bien?

—¡No! ¿Cómo esperas que salgamos de esto?

—No lo sé, pero tú no tienes la culpa de nada y no te verás afectada por nada, confía en mí.

Ella se veía muy nerviosa, sé que esta oportunidad significa mucho para ella y lo menos que necesitaba era ese escándalo, de haber ocurrido cuando no estuviese presente sería más fácil de sobrellevar.

Mi abuelo regresa con nosotros y me señala el puesto continuo al de ella para que me siente.

—Quiero que ambos me expliquen en este instante ¿qué fue todo eso?

—Abuelo, antes que nada, debes saber que ella no tiene la culpa de lo ocurrido, solo quiso ayudarme y las cosas ahora se salieron de control, pero esto es mi responsabilidad, solo te pido que no tomes acciones en contra de ella.

—Mejor ve por el principio Sharif porque me estoy empezando a desesperar.

Comienzo a relatar lo ocurrido aquella tarde en el hotel con Sanem y Lucero, siempre aclarándole que ella no tenía nada que ver en esta situación, no quería que su trabajo se viese afectado después de lo que hizo por mí. A pesar de todo ella me ayudó cuando en verdad no tenía por qué y se lo agradezco demasiado. Mi abuelo escucha todo con mucha atención, lo bueno de él, a diferencia de mi padre, es que Ahmed Qattan es un hombre centrado que tiende a escuchar antes de condenar, descubrió muchas injusticias en su vida que le dieron duras lecciones convirtiéndolo en el hombre que es hoy día.

—¿¡En qué estabas pensando al querer involucrarla en semejante locura Sharif!? —pregunta con evidente enojo por mis acciones.

—Sé que no pensé bien las cosas abuelo, lo sé, pero estaba desesperado y vi la oportunidad de deshacerme de Sanem, creí que todo saldría bien y no habría inconvenientes.

—¿Y te parece que lo que acaba de pasar no es un inconveniente?

—Señor Ahmed, sé que esto no me concierne y me disculpo con usted por haber aceptado esa locura que desencadenó en esta escena, porque en parte también llevo responsabilidad en este asunto —intercede Lucero intentando menguar la situación.

—Sí la tienes jovencita, la imagen que me diste hoy no me da a entender que seas capaz de aceptar un disparate como ese.

—Lo sé y me disculpo por eso señor Qattan —dice afligida.

Me afecta un poco verla así, fue lo primero que me advirtió Abiud y lo primero que termina pasando. En verdad no quería que nada de esto ocurriera.

—Creo que lo mejor será que se retiren los dos, tengo mucho por pensar después de todo lo que escuché. Sharif, asegúrate que llegue bien al hotel y regresas de inmediato para que hablemos a solas.

—Sí abuelo.

—En cuanto a ti —habla mi abuelo a Lucero quien levanta su mirada muy firme, lo que me hace admirarla pues no cualquiera se le para de frente a él y menos después de una escena como la ocurrida minutos atrás. —te espero mañana a las cuatro para que hablemos también a solas, sé puntual Lucero De Almeida, no me falles.

—Sí señor —contesta sin titubear, pero sé que debe estar muerta de los nervios.

Esto era un desastre y yo era el único responsable de todo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo