Hugh.
Casi dejo escapar una risa cuándo ella enfurecida me preguntó:
-¿Se puede saber a qué juegas?- le preguntó con voz entrecortada.
-No sé a qué te refieres- respondo mintiéndole.
-Por supuesto que lo haces- se levanta enfurecida- has estado. . . has estado tocándome deliberadamente.
-¿De qué hablas?- levanto ambas cejas.
He intentado incomodarla, ver hasta dónde es capaz de resistir, y debo admitir que ha soportado bastante. Mi intención es llevarla a los límites, hasta desearla ansiar con desesperación, un beso, un roce. . .
-Sabes perfectamente de lo que hablo y. . . y. . . no estoy dispuesta a tolerarlo.
-Vamos Rita, exageras. Han sido casualidades.
-No. No lo han sido- responde mirándome fijamente, pero por su gesto sé que comienza a dudar, sus hermosos ojos grises me miran cómo indagando en mi rostro.
-Rita- me pongo en pie- no te he estado tocando.
-¡Claro que sí!, y no sé qué es lo que te