Nicolle era una mujer de negocios, calculadora y muy buena en lo que hacía, pasaba prácticamente todo el día en su oficina, de reunión en reunión, se había ganado el respeto de todos.

No creía en el amor, mucho menos en el matrimonio, le habían fallado y desde ese momento su vida se volvió solo trabajo, el amor no existía en su vocabulario.

La vida no era tan sencilla para ella, tenía una pequeña hija que era su total adoración, pero su vida da un giro de 180 grados cuando conoce a Aidan Lombardi.

Él chico que contrato como padre sustituto y luego niñero de su hija, era algo extraño pero cierto, era buena en los negocios, tenía dinero, pero seguía soltera, quizás tenía algún tipo de maldición.

__Mamá cuando volverá Aidan?? __Pregunto la pequeña con los ojos llorosos.

__Lo lamento amor, él no podrá regresar.

__¿¿Pero por que?? __Pregunto sin entender nada.

__Tiene cosas que hacer ya sabes, cosas de adultos.

La pequeña suspiro con tristeza y observo por la ventana como si él fuera a volver, Nicolle no podía decirle a su pequeña que se había enamorado del chico, por ese motivo no podía volver a verlo, no quería volver a sufrir, él padre de Kin la había abandonado cuando se entero de la enfermedad de la pequeña, era muy doloroso pasar por lo mismo, no quería correr el riesgo y caer al vacío de nuevo.

“No tengas miedo al fracaso. Ten miedo de no intentarlo….”

Roy T. Bennett.