Capítulo 3. Yo aún conservo cierta fe en la humanidad.
—¿Rámses?. ¡Rámses!.
Sabía que era él. Esas manos, su perfume. Intenté zafarme y escuché su risa mientras evitaba que me soltase.
Soy una tonta, ¿Cómo creí que se perdería el cumpleaños de Gabriel?.
Y ayer… ¡de seguro estaba en el aeropuerto!.
—Rámses por favor.
—¿Quién es Ramsés?
—É Rámses. Y es un tipo allí…
Él soltó una fuerte carcajada y me soltó.
—Con que un tipo allí ¿no?.
Le sonreí y salté sobre él para que sostuviera mi peso en sus brazos.
—Vaya, con que este es el famoso Rámses—dijo detrás de mi Sara.
—Hola Sara, hola Isabel, ¿Cómo están?—Gabriel saludaba a mis amigas y ponía especial interés en la que no le prestaba la más mínima atención.
Mientras ellos conversaban, y con ellos quiero decir, mientras Gabriel intentaba hablar con Isabel y era ignorado y Sara intentaba llamar la atención del portugués y era ignorada; yo besaba a Rámses en el cuello, dándole pequeños besos por cada uno que él también me daba a mí. El único momento cuando no se ignoraron fue cuando lo felicitar