No había podido dormir. —había pasado toda la tarde trabajando con Gustavo y Arnold, uno encargándose de las finanzas y ya tenía el esquema para implementar un nuevo programa que recopilaría la información de cada una de las empresas.
Hablaría con Simón y Miguel para que lo creen, mientras que Arnold me entregó muchas estrategias para aumentar las ventas, Roland ha estado rodeado de genios y lo que adoro de mi difunto marido es que él lo sabía y los retuvo a su lado.
Ahora que conozco un poco más su mente puedo asegurar que en el fondo contempló este escenario—. Salí de la cama, me puse una sudadera y bajé para tomar un vaso con agua. Ellos no han llegado. Cada vez que están en una de esas misiones los nervios se me ponen a flor de piel. En la cocina encontré a Diana jugando con el monitor para escuchar a Isaac.
—¿Tampoco puedes dormir? —negó.
—Aunque apenas escuche el carro, salgo corriendo a fingir que estoy dormida.
—Eso es mentirte a ti misma.
—No voy a rebajarme otra vez.
—Diana,