Mi Guardaespaldas
Mi Guardaespaldas
Por: Mari. M. Barceló
Capítulo 1

    Despierto sobresaltada cuando siento que alguien me toca el brazo, odio que la gente me toque y más cuando estoy dormida o me toman desprevenida. Miré con auténtica furia a la pobre azafata que me avisa que abroche mi cinturón ya que el avión está por aterrizar.

    Me siento culpable segundos después de fulminar con la mirada a la pobre y le murmuré un “Gracias” casi inaudible, para no pasar por mal educada.

    Soy bastante consciente de que tengo un carácter complicado, un humor de perros cuando recién me despierto y tal vez ayuda también el hecho de tener el presentimiento de que estas no serán unas tranquilas vacaciones en casa, el llamado de papá todavía me altera un poco.

    Pedirme que regrese a casa antes de terminar mi recorrido por Europa con el fin de realizar prácticas en las empresas más importantes del continente y así terminar mi tesis final en la universidad era mi plan para este mes. 

    Sé que aunque mi padre quiso parecer tranquilo su tono de voz me decía todo lo contrario, eso sumado a las interminables reuniones y fiestas sociales a las que me someten mamá y mi hermana menor por su constante relación con el mundo de la moda, ya es suficiente estrés como para creer que tres meses en casa serán una tortura.

    Al bajar del avión y recoger mi maleta, lo primero que veo son dos cabezas, una roja y otra negra corriendo hacia mí en una pelea de niños por ver quién me alcanza primero, son mis dos personas favoritas en todo el mundo, mis mejores amigos Lisa y Nick que corren a abrazarme como si hubieran pasado siglos sin verme. Nos abrazamos y saltamos los tres como retrasados hasta que Nick nos agarra por la cintura a las dos juntas y nos hace girar para reír como locos sin parar.

-¡No tienen una m*****a idea de cuánto los extrañé manga de locos!- Digo mientras los lleno de besos.

    -Y nosotros a ti Kathy, no sabes lo difícil que es aguantar a este pesado todos los días sin tu ayuda.- dice Lis mientras se le escapa  una risilla por el codazo que le dio Nick.

    -Tú que la conoces, dime que no le crees lo que ésta loca te dice Kathy.- dice Nick

    -Tranquilo amigo, ambos sabemos que la más insoportable del grupo es Lis.- le digo y ahora reímos nosotros mientras ella hace un mohín y cruza los brazos en su pecho.

    Salimos del aeropuerto directo al auto de Nick y les vuelvo a agradecer por ir a recogerme, ya que mi adorada familia no hizo acto  de presencia como es costumbre.

    En el viaje nos ponemos al día un poco y acordamos juntarnos mañana por la noche en nuestro bar preferido para comer pizza y recordar viejos tiempos. Cuando éramos adolescentes nos pasábamos hasta altas horas de la noche bailando y bebiendo cervezas en el viejo bar de Charly.

    -Gracias de nuevo por ir a recogerme juntos chicos, no sé qué haría sin ustedes. Los amo, ¿lo saben no?- les digo dándoles un beso antes de bajar del auto.

    -Obvio que lo sabemos, y sin nosotros no serías nada.- dice Lis  alardeando como siempre.

    Reímos y me despido saludándolos desde la puerta de casa. Al entrar me encuentro a Grace que viene con los brazos abiertos a recibirme y hasta puedo ver lágrimas en sus ojos, ella es el alma de la casa, mi nana desde que nací y la que se encarga de todo y de todos. Mientras crecí fue mucho más como una madre que mi propia madre, ella se encargó de criarme mientras mamá modelaba por pasarelas alrededor del mundo, si, mi madre es una modelo reconocida mundialmente y aunque ya está retirada de las pasarelas, ahora la que sigue sus pasos es mi hermanita “perfecta” según ella ya que yo fui su gran decepción al negarme rotundamente a pertenecer al mundo de la moda. Es más, creo que debí ser el nene de papá para no decepcionar a nadie, aunque papá no diría lo mismo. Yo soy su pequeña y la que sigue sus pasos en el mundo de los negocios y en quien más confía para que algún día maneje su imperio como le gusta llamarlo.

    En fin, nana es muy especial y le tengo un aprecio enorme, me atrevería a decir que es a quien más extraño en toda la casa.

    -Mi niña, por fin mi niña está en casa de vuelta.- dice mientras  me da uno de esos abrazos llenos de amor como solo ella sabe.

    -Si nana, estoy en casa y espero que estés preparada para volverme loca y hacerme reventar con tus comidas que no tienes idea de lo que te extrañe a ti y tus manos en la cocina.-

    -Por supuesto que estoy preparada, pero ¿has visto lo flaca que estás, cariño? tú no estuviste alimentándote bien.- dice con el ceño fruncido mientras me toma de las manos y examina mi cuerpo.

    -No exageres nana, es cierto que tengo algunos kilitos menos pero es por saltear algunas comidas, estos últimos meses estuve rindiendo muchas materias para acabar con esta carrera lo antes posible y mira lo bien que me resultó, estoy a solo una tesis de graduarme y no tendré que volver a Oxford. Así que podrás alimentarme tranquila todo lo que quieras, lástima que no llegué muy lejos en mi intento de investigación de mercado, quería recorrer algunos países más antes de terminar mi última tesis pero papá me hizo volver urgentemente sin muchas explicaciones. ¿Tienes alguna idea de lo que ocurre?- 

    -Lamentablemente no tengo idea mi niña, solo puedo decirte que tu padre ha estado muy raro últimamente, parece estresado y muy preocupado, debe estar con mucho trabajo. En cuanto a tu madre y hermana, solo siguen siendo ellas en su mundo.- dice y yo no sé si preocuparme más por papá o por que el resto de mi familia no tienen idea de lo que pasa a su alrededor.

    -Bueno nana, supongo que cuando regrese de la oficina papá me pondrá al tanto de lo que sucede, por el momento voy a cambiarme y a salir a dar una vuelta.- le digo mientras me encamino hacia mi habitación.

    -¿Esa vuelta de la que hablas implica que tendré que preparar un jugo energético de los que tanto te gustan para recuperarte cuando vuelvas de correr como una loca?- dice nana con una sonrisa picara sabiendo exactamente lo que pretendo hacer.

    -Es por eso que te quiero tanto, me conoces mejor que nadie.- le digo y tiré un beso al aire antes de subir a mi cuarto por mi ropa deportiva.

    Como ya es costumbre, me pongo mis pantalones de yoga negros, un top deportivo, mis covers de entrenamiento, amarro mi cabello en una coleta alta, tomo mi ipod y salgo a recorrer las calles de mi barrio como lo solía hacer antes de mudarme a Oxford. El barrio en el que viven mis padres es uno de los más residenciales de Londres, el barrio Chelsea es muy conocido por los diversos atractivos turísticos que tiene aparte de ser el barrio que da nombre al equipo de fútbol del que soy fanática desde que tengo uso de razón, con papá íbamos a todos los juegos cuando era niña y de grande también. Estos últimos años intenté hacer todo lo posible para que no perdamos nuestro ritual pero sinceramente entre mis estudios y el trabajo de papá se hizo casi imposible asistir a los partidos esta temporada.

    Casi sin darme cuenta llegué al Westfield Park lo que quiere decir que llevo tres kilómetros sin parar, pero como todavía me queda energía, decido dar un par de vueltas antes de emprender el camino de regreso. 

    Cuando estoy a solo unos metros de llegar a casa, siento que ya no puedo respirar, mis pulmones arden y mis piernas laten tanto que creo que podría arrastrarme para llegar a la puerta. 

    Decido tirarme en el césped de la amplia entrada de casa a recuperar el aliento antes de hacer mis estiramientos. Pero lo primero que hago cuando consigo respirar con mayor facilidad es comenzar a reír como una loca, mirando mi contador de pasos que dice que corrí ocho kilómetros sin parar. Creo que de verdad me estoy pasando con el ejercicio, pero no lo puedo evitar, cuando estoy muy nerviosa o inquieta solo puedo correr para intentar aliviar la presión en mi pecho por esa sensación de que algo no anda bien.

    Luego de mis estiramientos me dirijo hacia la entrada, pero me llama la atención los vehículos estacionados en la entrada de casa, se trata de unas tres sub negras blindadas que, si mal no recuerdo, no pertenecen a ninguna de las amigas de mamá y dado que papá no suele tener reuniones sociales, es raro ver estas bestias blindadas a estas horas en casa.

    Al entrar lo primero que veo son los ojos de papá prácticamente negros de la furia, y teniendo en cuenta que tiene unos preciosos ojos azul verdoso como los míos, cuando se enfurece se dilatan tanto sus pupilas que se vuelven negros. Puedo verlo gesticular con los labios y las manos pero no lo escucho.

“M****a. Cierto que tengo los auriculares puestos.”

    -… como se te ocurre desaparecer de esa manera, ¿Acaso no te dije que volvieras a casa y esperaras aquí que teníamos que hablar…?- dice sin tomar ni un segundo para respirar.

    Es evidente que está más estresado de lo que lo vi jamás y muy preocupado también. Solo se me ocurre una sola forma de calmarlo y es como lo hacía desde pequeña para que se relajara.

    -¡Papi!- Grité corriendo a sus brazos y saltando a treparme de su cuello, a pesar de que está casi en sus 60 tengo que reconocer que se mantiene en forma, todavía ejercita por lo que no le supone un problema abrazarme por la cintura y hacerme girar como lo hacíamos cada vez que llegaba de un viaje de negocios cuando yo era apenas una niña.

     Eso lo hacía sonreír siempre y esta vez no fue la excepción, aunque no fue una sonrisa tan amplia como en aquellos días.

    -¿Por qué no estabas aquí cuando llegué Kathy, y dime porque no atiendes tu teléfono? Llevo casi una hora llamándote como un loco.- dice cambiando la voz por una mucho más preocupada.

    -Lo siento papá llegue hace un par de horas y salí a correr un poco, debo haber dejado mi teléfono en la habitación. Pero no te preocupes que ya estoy aquí.- le digo tomando su rostro para que se  tranquilice y vea que estoy aquí.

    Cierra los ojos por un instante y toma aire, cuando los vuelve a  abrir me regala una tierna sonrisa.

    -Bueno, si ya terminaron con el espectáculo de padre e hija, ¿podemos saber a qué se debe la asamblea Smith reunida o debemos  aplaudirlos?- y esa es mi tierna hermanita menor.

    -¡Helena Hamilton Smith! Es la última vez que permito que te refieras así a tu padre o tu hermana mayor, si no quieres que se corten todos tus beneficios más te vale que empieces a comportarte, porque de lo contrario tendrás que empezar a valerte por ti misma.- guau… esa fué la voz de Batman de papá lo que indica que se terminó el buen humor que había conseguido yo.

    -Alexander, no seas tan duro con la niña, sabes que no lo dice con malas intenciones.- y esa es mamá como siempre defendiendo a  su princesa.

    -No voy a discutir sobre ese tema otra vez Natacha, por favor no  me lo hagas más difícil.- Le responde con el ceño fruncido y solo bastó con usar su nombre, para que ella también entendiera que la cosa va en serio.

    Soltando un largo suspiro nos miró a las tres y cuando se detuvo en mis ojos comprendí que lo que estaba por decir iba a ser duro para mí.

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