El día jueves llegó más rápido de lo que esperé. Estaba a unos cuantos metros de la parada de autobuses y Kim caminaba justo a mi lado, se le veía algo cabizbaja.
― No estés triste, Kim. Voy a grabar todo, te lo aseguró.
― Lo sé, ― Dijo y se detuvo para mirarme. ― Es solo que quisiera poder estar ahí.
En ese momento la necesidad de abrazarla se hizo intensa. Yo no quería verla sufrir, me dolía y odiaba esa sensación. No tuvimos más oportunidad de hablar porque el autobús que me dejaría frente al auditorio donde sería el evento, apareció. Algunos pasajeros comenzaron a bajar y otros a subir.
― Voy a volver con la mejor grabación que te puedas imaginar. ― La miré mientras avanzaba de espaldas hacia la fila que se había formado para abordar. ― Solo espéralo.
Ella me sonrió