Era una bonita mañana. El señor Duncan no había tenido trabajo hoy, así que acompañó a Rosalin a llevar a Sarah al colegio y se llevaron a Harry, por lo que, se fueron a caminar al centro comercial y Rosalin terminó comprándole ropa y algunos juguetes al niño. Luego, se fueron a comer un helado.
Estaban sentados comiendo el helado y Rosalin tenía a Harry cargado cuando el señor Duncan se quedó mirando a Rosalin con ternura y le acarició el cabello llevándole un mechón detrás de la oreja sonriéndole.
-¿Qué te sucede?
-Nada. Sólo me encanta observarte. Eres muy bella y te veo con el bebé en brazos y no puedo dejar de pensar lo hermosa mamá que eres – Dijo el señor Duncan con tono suave y lleno de ternura –
-¿Te parece? — Dijo Rosalin sonriendo – Pues la verdad me gustaría tener otro pronto —
-Todos los que quieras mi bellísima esposa – Dijo el señor Duncan acercándose para darle un beso en los labios cuando sonó su teléfono y lo sacó del bolsillo de su pantalón para hablar —
-¡Hola!