—¡Puedo mostrarte el contrato! — dijo Christian sin cambiar su expresión.
—Pero primero, tenemos que hacer una apuesta entre nosotros dos—, continuó.
—¿Qué tipo de apuesta? — preguntó Ignacio.
—¿No crees que ya he establecido una colaboración con el Grupo Castro?
—¡Puedo mostrar el contrato, no te enojes tanto!
Christian sabía que estaba excediendo sus límites y se sentía culpable por ello ante Ignacio. Le advirtió de antemano para evitar que Ignacio se enfureciera y lo difamara.
—No me enojaré sin razón.
—¡Estás loco!
Ignacio estaba molesto pensando que Christian lo insultaba intencionalmente.
—Bien, dijiste eso tú mismo, ¡no te retractes! —
Christian se alegró al ver que ya había preparado el terreno para Ignacio, quien solo esperaba a que saltara dentro del hoyo. Ignacio agitó la mano y no quiso perder tiempo hablando con Christian, diciendo directamente: —¿Qué pasa si no puedes presentar un contrato? —.
—¡Haz lo que quieras! — dijo Christian con determinación.
—Bien, ¡trato hecho!