Castillo de Franco, en las afueras de Roma
Una vez que Franco, Belmont y Bárbara llegaron al castillo, María los recibió para atender a la nueva concubina. La princesa en esos instantes sintió el dolor de la muerte para luego de algunas horas despertar como un no-muerto.
Bárbara se arrastraba en el piso sin entender lo que le sucedía, María cogiéndole de las manos la tranquilizaba hasta que quedó sin pulso. Ella había muerto.
Pasaron varias horas y Bárbara se hallaba tendida en una cama, cuando abrió los ojos vio a su alrededor a dos hombres y una mujer a lo cual exclamó:
— ¿Qué me han hecho? ¿En qué me he convertido? ¿Dónde estoy?
— Eres uno de los nuestros, —dijo María con un tono suave.
— ¿Qué son ustedes? —Le contestó Bárbara con asombro.
— ¡Te has convertido en una vampiresa!, —decía Franco con una mirada seria.
Bárbara se sentía confundida pero algo despertaba en su interior, una sed insaciable de sangre.
— ¿Qué me pasa?, siento una sed intensa de algo.
— Tranquila Bárb