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Han transcurrido varios días desde que Atenea y Valentino se conocieron. Aunque los preparativos de la boda están en marcha, los novios apenas se cruzan. Mientras Valentino se sumerge en el trabajo en la fábrica y ocasionalmente visita a Lirio en su apartamento, Atenea intenta adaptarse a su nueva vida en la mansión.Afortunadamente, no se siente sola; su amiga la visita con regularidad, salen de compras, cuenta con una niñera y algunos subordinados a su disposición. La soledad y el desconcierto son cada vez más llevaderos para ella.Valentino, por las noches, se encierra en su habitación, evitando bajar al comedor para cenar con su prometida. En las mañanas, se va sin desayunar, creando una rutina monótona. Sin embargo, Atenea, aparentemente ignorando su presencia, mantiene contacto con su familia y amigos, dedicando la mayor parte de su tiempo fuera. Pareciera que ambos evitan enfrentarse después de su último desencuentro. —Espero que te hayas adaptado bien aquí, Atenea —comenta Clodan, llevando la taza de café a sus labios.—No me quejo —contesta ella con una sonrisa amable—, pero creo que a su hijo no le agrado. Me evita todo el tiempo, y estamos a días de casarnos. ¿Qué pensarán de nosotros? Tenemos que dar una buena imagen ahora que la prensa nos tiene de comidilla.—En eso tienes mucha razón —menciona, frunciendo el ceño—. Lamento las molestias que ha causado últimamente, y sobre todo con lo que pasó la última vez con esa mujer. Debió ser muy desagradable.—No se preocupe, es su amante después de todo...—¿Qué? —el hombre parece consternado—. No creas las cosas que dice. Ambos tenían una relación, pero eso se acabó.—Oh, no me malinterprete —se apresura en contestar. Pero por un momento, antes de decirle que no le importa en lo absoluto que Valentino tenga a otra mujer, lo considera—. ¿Sabe que sí? Cuando llegué aquí, no tuve un buen recibimiento de parte de su hijo, y mucho menos de esa mujer llamada Lirio. Ambos fueron muy crueles.—¿De verdad? —el señor Clodan arruga el entrecejo con desconcierto—. Hablaré con mi hijo sobre esta situación. Y sobre esa mujer...—No se preocupe por ella —le interrumpe, esbozando una sonrisa torcida—. Sé perfectamente que usted lanza el anzuelo al mar donde abundan peces grandes y gordos, ¿no es así?.—¿Qué quieres decir?.—Este matrimonio es simplemente por conveniencia, y usted más que nadie se beneficia de esto, ya que su fábrica está prácticamente en quiebra —redacta, captando el interés de su suegro—. También sé que Lirio, la amante de su hijo, no le es beneficiosa para su familia. Así que no se preocupe por ella, no afectará en nada nuestro contrato.—Eres una chica muy inteligente —sonríe el hombre con suficiencia —me alegra tenerte de nuera, de todos modos, no está de más ponerle un alto a Valentino, así que déjalo en mis manos.—Como desee —le devuelve esa misma sonrisa de complicidad mientras ambos disfrutan de su café.***En la oscuridad de la noche, Atenea se arreglaba en su habitación para descansar tras cenar sola en el comedor. Su suegro estaba ausente por asuntos de negocios, y su prometido mostraba claro desinterés en verla.Mientras peinaba su larga cabellera, se enfundó en una mini pijama de seda blanca, lista para dormir. Sin embargo, las puertas de su habitación se abrieron de golpe antes de que pudiera acostarse. Aunque se asustó brevemente, suspiró de fastidio al identificar al intruso.—¿Fuiste criado con ganado salvaje o qué? —escupió expectante—. Toca la m*****a puerta antes de entrar; este es mi espacio.—¡Escucha bien, mocosa! —se aproximó como un toro embravecido, agarrando su brazo con fuerza—. Esta es mi mansión, y tú solo eres un estorbo insignificante —rugió con rabia—. ¿Qué le dijiste a mi padre? ¡Mantén tus narices fuera de mis asuntos con Lirio!.—Primero que todo, suéltame —ensombreció su mirada y, al ver la persistencia del hombre, se zafó agresivamente—. ¿Quién soy? Aquí soy tu m*****a prometida y futura esposa, la que salvará tu miserable fábrica de caer en la ruina.—¡Insolente!.—¡A mí no me gritas, estúpido! —exclamó con el mismo tono—. Y no sé qué te haya dicho tu padre, me tiene sin cuidado —se plantó frente a él como una muñeca embravecida.—¿Ahora quieres hacerte la inocente? Sé que hablaste con él sobre Lirio, porque no dudó en venir a quejarse —declaró con desdén—. Te dije que dejaras en paz a Lirio; las cosas quedaron claras desde que pusiste un pie en esta mansión —se acercó más a ella, furioso—. Escucha bien, no te daré el lugar que reclamas, no les daré el gusto a ti y a mi padre de dejar a Lirio.—Y yo te voy a decir algo, para ser demasiado insignificante, ocupas mucho espacio, imbécil.—¿Qué?.—Me tienes harta, cansada de tu maldito sermón de siempre con esa estúpida mujer.—¡No te permito que hables así de ella!.—¡Tú no me permites nada! —replicó Atenea, fastidiada—. ¿No te cansas? Deja de lamentarte tanto y hacerte la víctima con tu Lirio, que nada malo le está pasando. Solo te quejas y lanzas tus maldiciones contra mí, sabiendo que tú eres el más beneficiado de esto. ¿Y yo? Tengo la mala suerte de soportar a alguien tan amargado y déspota como tú, que solo está detrás de la falda de una mujer —Valentino apretó la mandíbula, oscureciendo su mirada—. Madura, Rizzo, acepta que te vas a casar conmigo, porque al igual que tú, yo no te soporto, te desprecio, pero aún así no me ando quejando.—¿Cómo te atreves? —la agarró con fuerza de la muñeca, provocándole soltar un quejido —. Escucha, Atenea Volkova, que sea la última vez que me hables de ese modo —sentenció —. Si continúo con este maldito contrato, no es porque lo desee; preferiría que todo se fuera a la m****a a tener que estar casado con una mujer que no amo. Pensé que todo sería más fácil si mi prometida fuera una dama manejable, no una mujer tan soberbia como tú.—Pues te tengo malas noticias, estaremos casados por un año, y si no me soportas, es tu problema, porque yo no sufro por cualquier basura que se cruce en mi camino, a diferencia de ti —respondió con indiferencia, recibiendo una fría mirada de su prometido —. Si no quieres seguir con esto, habla con tu padre y cancela todo, porque ganas no faltan.—Eres tan despreciable —la soltó bruscamente, y ella retrocedió varios pasos por el empujón —. Espero que afrontes las consecuencias de tu rebeldía y tu insolencia.Él le lanzó la última mirada llena de desprecio antes de salir de la habitación de un portazo. Atenea cayó sentada en la cama, soltando todo el aire contenido en sus pulmones, y trató de calmarse pasando ambas manos por su cara, procesando todo lo que acababa de suceder. Había tenido momentos de tranquilidad cuando no se encontraba con ese hombre amargado, que al parecer se convertía en una bestia cada vez que tocaban el tema de Lirio, su amada amante.La chica contempló su muñeca, viendo las marcas de los dedos de Valentino que quedaron dibujadas en su clara piel. Comenzó a cuestionar si ese matrimonio era realmente una buena idea, ya que él parecía odiarla con todas sus fuerzas; de todos modos, su primer encuentro no había sido precisamente amigable.—Atenea, mi niña —Soledad, la niñera de Atenea, entró a la habitación preocupada —¿Qué acaba de pasar? Los gritos resonaron por toda la mansión.—Nada, nana —la chica cayó de espaldas en la cama, aún observando su muñeca antes de responder —es solo que ese animal que tengo por prometido es todo un idiota.—¿Te hizo algo? —la mujer se sentó en la cama, a un lado de ella —. Estaba muy preocupada; los gritos se escucharon abajo.—Es por esa mujer, nana, su amante —suspiró y pasó una mano por su cara —¿Qué culpa tengo yo de que Clodan odie a esa mujer y no la haya tomado como nuera? Ese tipo no tiene cerebro; simplemente quiere desquitar todo su odio contra mí a como dé lugar.—Mi niña, creo que lo mejor sería hablar con tus padres y cancelar la boda; esto no terminará en nada bueno —aconsejó la mujer, y Atenea levantó la cabeza de inmediato, frunciendo el ceño al mirarla.—¿Crees que le daré ese gusto, nana? —inquirió con desconcierto —A mí nadie me impondrá reglas, ni mucho menos limpiará el piso conmigo por culpa de una amante. Aquí me quedo, y me voy a casar con él aunque no quiera, no les daré el gusto —su nana suspiró, sabiendo que con la simple mirada llena de decisión, Atenea no daría marcha atrás —. Te lo digo, nana, Valentino Rizzo sabrá quién es Atenea Volkova, te lo juro.A la mañana siguiente, Atenea, hastiada de la rutina monótona en la mansión donde pasaba la mayoría del tiempo sola, decidió invitar a su amiga para compartir un refresco en la sala y conversar.Mientras Layla estaba absorta en su teléfono, deslizando el dedo por la pantalla, Atenea se dedicaba a limarse las uñas con calma, observando de vez en cuando a su amiga que parecía más interesada en chatear que en prestarle atención. Sin embargo, Atenea finalmente rompió el silencio.—Anoche tuve una discusión con Valentino —le confió, y enseguida Layla levantó la mirada —nuevamente por esa mujer llamada Lirio —soltó un suspiro de desinterés.—¿Ese tipo no se cansa? —exclamó Layla con descontento —¿Cuál es el problema? Es solo un matrimonio por contrato; nadie le está impidiendo que mantenga a esa mujer con él.—Es porque su padre le hizo un reclamo, ya que no quería concederme el lugar que me corresponde en esta mansión —Atenea bostezó, luego miró a su amiga —¿Crees que debería haber cancela
Las zancadas largas de Valentino, quien estaba hecho una furia, se dirigieron hacia la piscina donde Atenea tomaba el sol con su amiga. Al llegar, él presenciaba a un hombre masajeando deliberadamente el cuerpo de su prometida, quien seguía con la cabeza apoyada en la tumbona, recibiendo el sol y el masaje que la relajaba.Atenea sabía que Valentino la observaba desde lejos, probablemente con ojos destilando fuego; sin embargo, no se inmutó y el hombre continuaba masajeándola hasta que ella le diera la orden de detenerse. Esto enfureció aún más a Valentino al ser ignorado.—¡Atenea! —exclamó él con voz embravecida, dirigiéndose hacia ella—, ¿qué crees que es este comportamiento dentro de mi mansión? —le reclamó plantado frente a ella, tapándole el sol que iluminaba su cara.—Por favor, Valentino, hazte a un lado, me estás cubriendo el sol —dijo ella calmadamente—. ¿Por qué gritas tanto? Solo sirves para hacer escándalo. Pensé que estabas descansando con tu amante.—Lo haces a propósit
Valentino condujo a Lirio a su habitación, donde la hizo sentarse en el sofá y la ayudó a secarse. Sin embargo, su mente estaba lejos, consternado por la joven rebelde que se atrevió a levantarle la mano. Experimentaba una mezcla de rabia y desconcierto hacia ella, su profundo odio creciendo por su comportamiento. No estaba dispuesto a someterse a su prometida, incluso siendo la benefactora para salvar la fábrica.—¿Ves lo que me hicieron? Por poco me ahogo, sabes que no sé nadar —se quejó Lirio, sacando a Valentino de sus pensamientos.—¿Qué demonios fuiste a hacer allí? —le reclamó él, sorprendiéndola—. Quería resolver este problema por mí mismo, pero con tu presencia todo se complicó aún más. Mi padre seguramente se quejará, ya tengo suficiente con esa mujer que me saca de las casillas.—¿Ahora yo tengo la culpa? —ella lo miró con ojos llorosos—. Esa mujer fue capaz de golpearte, ¿querías que simplemente me quedara de brazos cruzados?.—Lo que quiero es que te mantengas alejada de
Lirio Moretti reflexionaba mientras se dirigía a casa en taxi. Había hecho todo lo posible por mantenerse al lado de Valentino, esforzándose por no resultar una molestia. Sin embargo, desde ayer, notó un comportamiento extraño que no lograba descifrar. Todo comenzó con la llegada de Atenea. En la mente de Lirio, no consideraba que Valentino pudiera estar atraído por ella; más bien, creía que su actitud distante y apática se debían a la frustración por su negativa a casarse, algo que ya percibía antes de la llegada de Atenea.Valentino solía encerrarse en su estudio de pintura, dedicando largas horas a un misterioso dibujo que Lirio ansiaba ver de cerca, pero él no se lo permitía. Aunque ese no era el único motivo, contribuía al distanciamiento actual. A pesar de sus esfuerzos por sobrellevar la situación, todo se complicó aún más con la noticia de la supuesta unión con una Volkova.—Abuela, ya estoy en casa —anunció al llegar tras un trayecto de media hora—. ¿Abuela?.—Lirio —su abuel
Valentino realizó algunos retoques en su cuadro, aunque aún tenía mucho trabajo pendiente. Su meticulosidad y dedicación a cada detalle de sus obras reflejaban su profundo amor por la pintura y el arte. En sus momentos libres, se liberaba del estrés pintando cuadros, llevando su imaginación al máximo esplendor en el lienzo.Al quitarse los lentes y dejarlos en el escritorio junto a sus herramientas artísticas, se deshizo del delantal y se calzó las pantuflas antes de dirigirse a la habitación de su insoportable prometida. A pesar de todo, consideraba que firmar un acuerdo entre ambos no era descabellado, ya que le convenía tenerla a cierta distancia y evitar consumar ese matrimonio no deseado.Salió de su estudio y cerró la puerta con llave, protegiendo su espacio como si fuera un tesoro personal.Pasó media hora desde que Atenea se marchó después de informarle sobre el documento. Valentino se desplazó por los pasillos hasta llegar a la puerta de la habitación de su prometida. Tras to
Lirio permanecía en su habitación, deambulando de un lado a otro mientras mordisqueaba la punta de su afilada uña del pulgar, la cual estaba al borde de sangrar debido a las numerosas veces que la había masticado por la ansiedad, la preocupación y el estrés.Echa un vistazo nuevamente al papel sobre la cama, mirándolo como si fuera la causa de todos sus problemas, aunque en realidad lo es. Se detiene, enmarcando su rostro entre las manos, como si estuviera a punto de llorar y gritar.En ese instante, siente que alguien se acerca: su abuela. Reacciona rápidamente, corre hacia la cama y toma el papel, ocultándolo temporalmente bajo la almohada hasta que su abuela se retire, ya sea para encontrarle un lugar más secreto o, posiblemente, para quemarlo y eliminar cualquier rastro de él.—Lirio —la anciana toca la puerta, y ella le indica que entre—. ¿Y bien? ¿Cuáles son las buenas noticias?.Su abuela se acerca con una sonrisa, pero Lirio solo simula sonreír mientras en el fondo solo desea
Fuera de la mansión, Atenea y su amiga se desplazaron en un lujoso automóvil, optando esta vez por no llevar escoltas, ya que solo planeaban disfrutar de una noche entre chicas. El trayecto transcurrió en silencio hasta que Layla, incapaz de contener la intriga, rompió el mutismo.—Observo a tu futuro esposo bastante dócil. ¿Qué le has hecho? —preguntó directamente—. Hoy no armó un gran escándalo como en el incidente de la piscina.—Es porque lo hice firmar el acuerdo del que te hablé, donde renuncia a interferir en mi vida y yo en la suya —respondió Atenea, mirando por la ventanilla—. ¿Crees que, de no ser por eso, se habría quedado de brazos cruzados? Está loco, tan desvergonzado que estoy segura de que me habría prohibido salir mientras él se divierte teniendo sexo con su amante en cualquier rincón de la mansión para molestarme.—¿Hasta ahora me cuentas del acuerdo, maldita? —su amiga la escudriñó con sus ojos afilados—. ¿No crees que ese acuerdo le beneficia más a él porque no qui
Valentino estaba furioso en su habitación, tratando de descansar mientras solo miraba el reloj, esperando a Atenea que aún no regresaba. A pesar de no entender por qué la esperaba, la ausencia de ella lo inquietaba, imaginándola en los brazos de otro hombre.Frustrado, decidió salir de su habitación, apoyándose en la pared para calmarse. La idea de entrar en la habitación de Atenea surgió en su mente, sin saber qué buscar, pero sus pies lo llevaron inconscientemente a ese espacio íntimo.Al entrar, cerró la puerta, y un aroma acaramelado invadió sus sentidos. Su cuerpo tenso se relajó de repente. Al observar la cama, imaginó a Atenea con una mini pijama, vulnerable y sumisa, a diferencia de su usual actitud. Solo con ese pensamiento, se excitó, confirmado por el bulto en su pantalón. Gruñó, pasó una mano por su cara y otro pensamiento más pasó por su cabeza: revisar el cajón de lencería. Sin embargo, cuando sus pasos estaban a punto de dirigirse a su objetivo, el celular que tenía de