Valentino condujo a Lirio a su habitación, donde la hizo sentarse en el sofá y la ayudó a secarse. Sin embargo, su mente estaba lejos, consternado por la joven rebelde que se atrevió a levantarle la mano. Experimentaba una mezcla de rabia y desconcierto hacia ella, su profundo odio creciendo por su comportamiento. No estaba dispuesto a someterse a su prometida, incluso siendo la benefactora para salvar la fábrica.—¿Ves lo que me hicieron? Por poco me ahogo, sabes que no sé nadar —se quejó Lirio, sacando a Valentino de sus pensamientos.—¿Qué demonios fuiste a hacer allí? —le reclamó él, sorprendiéndola—. Quería resolver este problema por mí mismo, pero con tu presencia todo se complicó aún más. Mi padre seguramente se quejará, ya tengo suficiente con esa mujer que me saca de las casillas.—¿Ahora yo tengo la culpa? —ella lo miró con ojos llorosos—. Esa mujer fue capaz de golpearte, ¿querías que simplemente me quedara de brazos cruzados?.—Lo que quiero es que te mantengas alejada de
Lirio Moretti reflexionaba mientras se dirigía a casa en taxi. Había hecho todo lo posible por mantenerse al lado de Valentino, esforzándose por no resultar una molestia. Sin embargo, desde ayer, notó un comportamiento extraño que no lograba descifrar. Todo comenzó con la llegada de Atenea. En la mente de Lirio, no consideraba que Valentino pudiera estar atraído por ella; más bien, creía que su actitud distante y apática se debían a la frustración por su negativa a casarse, algo que ya percibía antes de la llegada de Atenea.Valentino solía encerrarse en su estudio de pintura, dedicando largas horas a un misterioso dibujo que Lirio ansiaba ver de cerca, pero él no se lo permitía. Aunque ese no era el único motivo, contribuía al distanciamiento actual. A pesar de sus esfuerzos por sobrellevar la situación, todo se complicó aún más con la noticia de la supuesta unión con una Volkova.—Abuela, ya estoy en casa —anunció al llegar tras un trayecto de media hora—. ¿Abuela?.—Lirio —su abuel
Valentino realizó algunos retoques en su cuadro, aunque aún tenía mucho trabajo pendiente. Su meticulosidad y dedicación a cada detalle de sus obras reflejaban su profundo amor por la pintura y el arte. En sus momentos libres, se liberaba del estrés pintando cuadros, llevando su imaginación al máximo esplendor en el lienzo.Al quitarse los lentes y dejarlos en el escritorio junto a sus herramientas artísticas, se deshizo del delantal y se calzó las pantuflas antes de dirigirse a la habitación de su insoportable prometida. A pesar de todo, consideraba que firmar un acuerdo entre ambos no era descabellado, ya que le convenía tenerla a cierta distancia y evitar consumar ese matrimonio no deseado.Salió de su estudio y cerró la puerta con llave, protegiendo su espacio como si fuera un tesoro personal.Pasó media hora desde que Atenea se marchó después de informarle sobre el documento. Valentino se desplazó por los pasillos hasta llegar a la puerta de la habitación de su prometida. Tras to
Lirio permanecía en su habitación, deambulando de un lado a otro mientras mordisqueaba la punta de su afilada uña del pulgar, la cual estaba al borde de sangrar debido a las numerosas veces que la había masticado por la ansiedad, la preocupación y el estrés.Echa un vistazo nuevamente al papel sobre la cama, mirándolo como si fuera la causa de todos sus problemas, aunque en realidad lo es. Se detiene, enmarcando su rostro entre las manos, como si estuviera a punto de llorar y gritar.En ese instante, siente que alguien se acerca: su abuela. Reacciona rápidamente, corre hacia la cama y toma el papel, ocultándolo temporalmente bajo la almohada hasta que su abuela se retire, ya sea para encontrarle un lugar más secreto o, posiblemente, para quemarlo y eliminar cualquier rastro de él.—Lirio —la anciana toca la puerta, y ella le indica que entre—. ¿Y bien? ¿Cuáles son las buenas noticias?.Su abuela se acerca con una sonrisa, pero Lirio solo simula sonreír mientras en el fondo solo desea
Fuera de la mansión, Atenea y su amiga se desplazaron en un lujoso automóvil, optando esta vez por no llevar escoltas, ya que solo planeaban disfrutar de una noche entre chicas. El trayecto transcurrió en silencio hasta que Layla, incapaz de contener la intriga, rompió el mutismo.—Observo a tu futuro esposo bastante dócil. ¿Qué le has hecho? —preguntó directamente—. Hoy no armó un gran escándalo como en el incidente de la piscina.—Es porque lo hice firmar el acuerdo del que te hablé, donde renuncia a interferir en mi vida y yo en la suya —respondió Atenea, mirando por la ventanilla—. ¿Crees que, de no ser por eso, se habría quedado de brazos cruzados? Está loco, tan desvergonzado que estoy segura de que me habría prohibido salir mientras él se divierte teniendo sexo con su amante en cualquier rincón de la mansión para molestarme.—¿Hasta ahora me cuentas del acuerdo, maldita? —su amiga la escudriñó con sus ojos afilados—. ¿No crees que ese acuerdo le beneficia más a él porque no qui
Valentino estaba furioso en su habitación, tratando de descansar mientras solo miraba el reloj, esperando a Atenea que aún no regresaba. A pesar de no entender por qué la esperaba, la ausencia de ella lo inquietaba, imaginándola en los brazos de otro hombre.Frustrado, decidió salir de su habitación, apoyándose en la pared para calmarse. La idea de entrar en la habitación de Atenea surgió en su mente, sin saber qué buscar, pero sus pies lo llevaron inconscientemente a ese espacio íntimo.Al entrar, cerró la puerta, y un aroma acaramelado invadió sus sentidos. Su cuerpo tenso se relajó de repente. Al observar la cama, imaginó a Atenea con una mini pijama, vulnerable y sumisa, a diferencia de su usual actitud. Solo con ese pensamiento, se excitó, confirmado por el bulto en su pantalón. Gruñó, pasó una mano por su cara y otro pensamiento más pasó por su cabeza: revisar el cajón de lencería. Sin embargo, cuando sus pasos estaban a punto de dirigirse a su objetivo, el celular que tenía de
Después de llevar a Layla a la mansión, donde Atenea y Lenox se encontraron con Valentino, regresaron para continuar con su noche. Aunque el rubio con semblante serio optó por no reclamarle nada, no mostraría debilidad y prefirió dejarlos ir, tragándose su propio orgullo.Por otro lado, Atenea regresó con el italiano a su apartamento, donde él demostró ser bastante caballeroso. Se encontró con un espacio lujoso, amoblado con colores simples pero con estilo y lujo.—¿Vives solo aquí? —le preguntó ella, explorando el lugar con la mirada—. Si traes putas aquí, me largo.—Tranquila, chiquita, soy decente —se acercó por detrás y la abrazó—. ¿O qué? ¿Te pondrías celosa si así fuera?.—No sufro de ese patético síndrome infantil —aclaró de inmediato—. Solo que no me gusta ser una más del montón.—¿Entonces, no soy uno más del montón para ti?.—Hablas como si fuera una chica que se acuesta con innumerables hombres, Harris —ella se volteó, mirándolo seriamente—. ¿Crees que soy Tarzán que anda t
El desayuno culminó en un ambiente tenso. La señora Elsa, incapaz de soportar la escena protagonizada por aquella joven chiquita e irespetuosa, no tuvo más opción que regresar a su casa. Su disgusto fue tal que incluso se le bajó la presión. Mientras tanto, Lirio decidió no darle el gusto a Atenea de marcharse, y optó por quedarse en la mansión.Clodan, por su parte, decidió no discutir más sobre el tema, ya que era un asunto entre su hijo y su prometida. Prefirió concluir su desayuno junto a Layla, quien se unió a ellos. Luego el hombre, posteriormente, tuvo que regresar a la fábrica. Layla también se marchó debido a asuntos pendientes en su trabajo, programando regresar pronto a la mansión para discutir algunos detalles con Atenea sobre lo que pasó con el italiano.Valentino, por supuesto, no estaba dispuesto a quedarse con la incomodidad generada por su prometida durante el desayuno. Dejando a Lirio un momento a solas, tomó el brazo de Atenea y la condujo escaleras arriba para tene