Se me estrujó el corazón y estiré la mano por encima de la mesa para acariciar su mejilla suave y cálida. Sera se inclinó hacia mí. Mi pulgar acarició su mandíbula y su mirada volvió a dirigirse a la mía. "En absoluto. Se está un poco tranquilo sin ella, ¿verdad?".
"¿Tú también lo has notado?"
Le de