— Gabriel…
— No te pido que me digas que me amas, porque sé que algún día lo harás, solo te pido que permanezcas a mi lado, hasta que descubras lo que es el amor, y por supuesto eso seré yo.
— Cuanta humildad, señor Ángel, muy humilde la verdad.
Reía, al lado de un asesino, me sentía segura, al lado