La mujer que no soñé
La mujer que no soñé
Por: Tory Sánchez
CAPITULO 1

—Lo sentimos señorita Rojas, los padres de familia no están de acuerdo con su presencia en la Escuela. Mucho menos están de acuerdo en que una persona de color enseñe a sus hijos —cerró sus hermosos ojos café oscuros para evitar que las lágrimas dejaran sus ojos. Dolía y mucho de repente se sintió transportada al pasado. Sentía lo mismo cómo cuando era una niña y la excluían de grupos de trabajo por ser un pequeño chocolate había dicho un niño.

—¿Sabe que esto es ilegal? —dijo lo más serena que pudo. No iba a darle el gusto a la directora de verla llorar

—Sera el sereno señorita Rojas, pero el concejo de padres no aprueba su contratación —extendió un cheque con toda la arrogancia del mundo hacía la joven

—Es el pago por los días trabajados tómelos —exigió al ver que no hacía ademan de tomar el trozo de papel de sus manos

—Que lo disfrute señora Godoy —podía necesitar el dinero, pero no iba a recibir nada de un grupo de personas incapaces de ver más allá de su color de piel. Ella tenía estudios que avalaban su calidad de educadora, muchos no podían decir lo mismo dejando mucho que desear.

—Arrogante, no conseguirás nada de todas maneras, cuando mucho podrás limpiar edificios —apretó su puño para no responder ante todo ella tenía educación, podía no ser de alta cuna pero había sido muy bien instruida en casa por su maravillosa abuela.

—Por supuesto señora, espero que no llegue el día en que la vea ocupando ese lugar —salió sin más. Una semana, una sola semana había podido trabajar estaba cansada no era la primera vez que le ocurría y no había manera de poder defenderse cuando el ministerio de trabajo estaba comprado por las grandes familias del país.

Camino calle abajo para poder coger el transporte extraurbano. No sabía cómo se lo diría a su abuela estaba vez, había inventado muchas veces palabras bonitas o excusas para justificar su presencia en la casa después de ser despedida. Imaginaba que esta vez no sería la excepción.

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—¡Hasta cuando Antonio! —el mencionado cerró los ojos. La cabeza le dolía producto de la borrachera de la noche anterior.

—No grites mamá por Dios. Harás que mi cabeza explote —se quejó tratando de tapar sus ojos con la almohada cuando su madre corrió las cortinas de su habitación y el astro rey fue directo a atormentar sus sensibles ojos.

—Te lo he pedido de todas las maneras posibles Antonio. Deja de comportarte como un niño tientes treinta y dos años. No eres un niño toma la responsabilidad de los negocios y permite a tu padre descansar —resopló al darse cuenta que su madre no dejaría de repetir una y otra vez la misma canción de siempre.

—Te lo he dicho mamá, no estoy interesado en el negocio familiar Danilo lo ha hecho muy bien hasta ahora —Danilo era su hermano mayor hijo del primer matrimonio de su padre.

—Danilo, Danilo. Deja de alabarlo tanto a este paso se adueñara de todo lo que te pertenece ¿porque no lo ves? —gritó furiosa ante el desinterés de su hijo por los negocios que por derecho le correspondían llevar.

—Será porque es mejor que yo en todo. Cierra la puerta cuando salgas —halo la sabana para cubrirse hasta la cabeza, estaba cansado y no deseaba escuchar a su madre decirle una y otra vez que su hermano le quitaría todo. No era necesario él sería feliz únicamente recibiendo las ganancias que su hermano le depositaba cada fin de mes sin tener que hacer nada por ello.

—Eres un caso perdido. Las fiestas y las mujeres no te serán eternas —escuchó cuando su madre cerró la puerta con mucha más fuerza de la que imagino porque su cabeza fue quien sufrió.

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—¿Antonio?  —el hombre cerró el periódico al ver a su esposa enojada

—Dormido como siempre. Debes hablar con él Santiago por todos los cielos, pareciera que no te importa tu hijo vives y miras por los ojos de Danilo —espeto molesta

—¿No has escuchado nunca una sola palabra de Antonio? Odia estar encerrado en la oficina todo el día, odia los negocios déjalo ser en lo que es bueno —Margarita resoplo perdiendo todo su glamour del que siempre estuvo orgullosa.

—¿Cómo puede dejarlo ser? Estar sentado los fines de semana sobre una bestia no es bueno ni para él mismo. Corre peligros en cada carrera que corre ¿Por qué no haces algo? —aparto su silla para sentarse y esperar a que su marido dijera o hiciera algo

—Por todos los cielos es una motocicleta de carreras no una bestia aprende a diferencia mujer

—Como sea eso no es un trabajo estar todos los fines de semana compitiendo aquí y allá, para luego emborracharse a la mitad de semana no me parece que sea correcto. Pero es claro que a ti no te interesa no voy a continuar discutiendo contigo eres igual o peor que Antonio. He perdido el apetito, ten buen provecho —lanzó la servilleta con furia sobre la mesa…

—¿Discutieron? —El mayor de los hijos se acercó a su padre a quien saludo con beso en la frente antes de sentarse en la mesa. Danilo Rocco un hombre de cuarenta años de edad. Rubio de ojos azul zafio, cabello castaño claro, soltero y uno de los hombres más codiciados por madres de chicas en edad de contraer matrimonio.

—Lo mismo de siempre Antonio —Santiago llevo un trozo de omelette a su boca, deseaba comer tranquilo aunque ya no era el caso.  Margarita sabía cómo arruinar su apetito.

—Bueno podría intentar halarse las riendas papá, no me estoy quejando pero el deporte que practica no será para toda la vida tiene treinta y dos años —Santiago bebió un sorbo de café antes de resolver

—Bien, consigue una oficina disponible y trata de instruirlo personalmente no importa el área es tu responsabilidad —se levantó y salió del comedor enojado estaba cansado de las constantes quejas de Margarita quizá Danilo pudiera ayudarlo a convencer a Antonio de trabajar en la empresa.

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—¿No tienes que ir clases hoy cariño? —era el momento del día que más odiaba cada que tenía que mentir a su abuela, una hermosa mulata de sesenta años su única compañía desde hace muchos años. Se había salvado por ser fin de semana pero hoy era lunes y debía estar fuera de casa  a esta hora y no preparando el desayuno.

—Tengo libre hoy abuela no te preocupes, los niños tienen actividad con sus padres —dije sin pensar  mucho

—¿Todos los niños? —preguntó con duda

—Es un día de campo Abuela no pienses mucho. Soy una maestra nueva así que no estaba incluida en la actividad. Pero si no quieres verme igual puedo salir a distraerme un momento —sabía que su abuela no se tomaría muy bien su insinuación

—Sólo no me mientas Patricia porque vieja y todo soy muy capaz de darte una tunda —ella sonrió le creía muy capaz ¡Oh claro que le creía! Nos sería la primera vez que su abuela le daba un castigo después de mentirle pero ¿Qué opción tenía? Su abuela era tan dulce como agría cuando se sentía insultada y no quería que se molestara por cosas que nunca iban a poder cambiar en la sociedad.

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—No me digas que madre te convenció —Antonio se llevó un pedazo de fruta. Si él también podía despertar temprano el día lunes y tomar un desayuno con su único hermano.

—Tu madre no ha dejado de molestar a padre desde la semana pasada así que ¿Qué otra opción tengo? He iniciado con pequeñas remodelaciones en la oficina que ocupe en el pasado y que debía ser tuyo —el menor resopló

—Odio estar entre cuatro paredes y metido entre papeles todo el día ¿Por qué es tan difícil de entenderlo? —preguntó enterando el tenedor en el pedazo de sandía con más fuerza de la necesaria.

—Hemos tratado de apoyarte tu madre aún no sabe que trabajas en el taller de motos —sonrió bajito si su madre llegaba a enterarse estaba seguro que moriría no sin antes matarlo primero.

—Lo se Danilo y te lo agradezco nunca podría terminar de pagar todo lo que escondes por mí —sonrió ampliamente ante la negación de su hermano

—¡No tienes remedio hombre! —terminaron de desayunar en silenció no querían que su madre estuviera atenta a sus conversaciones, sería desastroso si ella descubriera que no eran enemigos como había intentado en más de una ocasión que fuesen…

—Lamento interrumpir señor Antonio pero en la puerta hay un niño que pregunta por usted —eso si fue una rotunda sorpresa. Estaba acostumbrado a que la mujeres tocaran a su puerta a tempranas horas pero ¿un niño? Jamás. Se puso de píe y fue su encuentro quizá fuese un fans o la carnada de alguna mujer guapa para atraerlo.

—Buenos días ¿Eres Antonio Rocco? —el niño de ojos verdes y cabello rubio preguntó con una pequeña sonrisa en sus labios

—Así es y tu ¿Quién eres? —preguntó amablemente

—Anthony y soy tu hijo —la voz suave e infantil tuvo mucho más fuerza que cualquier contrincante porque literalmente se sentía derribado…

—¿Su hijo?

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