Al cabo de un rato, Isabel se cansó por fin y se rindió con las manos en alto.
Sylvia la alcanzó y la abrazó. Con picardía, mojó la punta de la nariz de Isabel con pintura.
Isabel se rio mientras jadeaba.
Sylvia miró la cara sucia, pero adorable de su hija y eso la hizo reír también. Se dejaron llevar tanto por sus risas que se olvidaron por completo de Odell, que estaba a su lado.
Odell observó durante un rato antes de tener que aclararse la garganta con incomodidad.
Inmediatamente, Sylvia se recuperó y cargó a Isabel.
Isabel no estaba contenta de que su diversión fuera interrumpida. En el abrazo de Sylvia, se cruzó de brazos y señaló a Odell. “Gran malvado, ¿por qué has tosido?”.
Como estaba en brazos de su madre, estaba casi a la altura de los ojos de Odell, lo que le otorgaba una presencia intimidatoria.
Odell levantó una ceja. Quiso apartar a Isabel de los brazos de Sylvia, pero entonces Isabel se acercó a él y le pasó la mano por la cara.
Antes de que se diera c