Su marido intentaba sacarla de la difícil situación y también ofrecer una explicación convincente a John y Sherry, con la esperanza de que los dos los perdonaran.
Sophia hizo una reverencia y se arrodilló ante John y Sherry. Sus lágrimas corrieron cuando admitió:
—Sr. Y señora Stockton, es mi culpa. No debería haber sobornado ni lastimado a tu hija. Cometí un error.
John continuó acariciando la cabeza de Caprice en silencio. Sherry, con evidente sarcasmo, observó la situación.
Sabía que los masones intentaban redimirse con una actuación.
Ella preguntó con ironía:
—¿Por qué sobornaste a Beverly para que hiciera daño a Caprice?
Sophia, parpadeando nerviosamente, respondió:
—Vi a la señora Stockton y a la señora Ross agrediendo a Heather, así que pensé en vengarme. Por eso soborné a Beverly.
—Yo fui quien golpeó a Heather, Caprice ni siquiera la tocó—, exclamó Isabel, —Sra. Mason, si buscabas venganza, deberías haber venido por mí, pero recurriste a Caprice. ¿