CAPÍTULO 2 La musa – POV. Aslan

Mi vida dentro de una clínica era muy diferente a mi otra vida fuera de este lugar, por suerte estaba en mis últimos días como cirujano en ese lugar para luego tomar largas vacaciones y regresar a mi país en el continente asiático. Revisaba con cierta calma mis redes mientras salía de la clínica que alguna vez le tuve aprecio pero que después de unos años solo me harto como cualquier cosa que he tenido en mi vida.

— Jefe, lo necesitan — miro al hombre de piel morena, cabello chocolate y vestido de negro en la salida, lo analizo y lo ignoro caminando fuera del establecimiento — Jefe, ya deje de jugar al doctor y regrese a Turquía — vuelve a hablarme sin dejar de seguirme.

Sigo caminando dos cuadras hasta sentarme en una silla de una pequeña cafetería con vista a un parque y varios edificios, sigo mirando mis redes hasta que observo una foto de un paisaje muy conocido en la App de la cámara de colores, miro el parque con la cierta esperanza de encontrar a alguien.

— Jefe, deja de ignorarme, sé que me ve — miro al moreno a mi lado y suspiro dejando el teléfono en la mesa.

— Habla — suspira con alivio poniendo una tablet en la mesa, la enciende tocando la pantalla y me deja ver su contenido.

— Alguien ha estado robando nuestra mercancía de armas mientras que usted ha estado afuera estos 6 meses, tiene que organizar su vida, no puede estar pasando 6 meses aquí y 6 meses allá, jefe, nos están robando más que mercancía de armas… — muestras unas fotos y unos cuantos sospechosos, lo miro sin intereses y vuelvo mi vista al parque topándome con una figura — No lo piense, jefe, no me haga esto, ya no puedo seguir haciendo su trabajo, es muy pesado…  — levanto mi mano callándolo enseguida.

— Regresare… — me mira sorprendido — Pero si consigue a esta mujer — levanto mi teléfono mostrando la foto.

— Se parece a…  — se calla cuando le doy una mirada — Esta bien, con tal de que vuelva a Turquía… hare lo imposible — miro sus fotos y la comienzo a seguir.

— La musa…  — susurro sin dejar de mirar a la mujer que está tomando fotos en el parque junto a otra mujer que no me interesa saber — Empaca mis cosas, regreso mañana, ya sabes  cuál es tu misión — me levanto y regreso por donde vine.

(…)

A las afueras de Estambul, Turquía.

03: 33 a.m.

Mis hombres caminaban de un lado a otro moviendo cajas y objetos, cruzado de brazos observo con aburrimiento el sótano del castillo, suspiro y saco mi teléfono pero me lo quitan. Miro a la persona que me lo ha quitado quien me mira negando y guardando mi teléfono en su saco.

— Jefe, seriedad por favor, ya no es un niño — soplo y tomo un cigarro de mi saco y lo enciendo aspirando el humo. Dos hombres se detienen delante de mí sosteniendo de los brazos a un hombre que lo sueltan dejando que caiga de rodilla. Me agacho y tomo la barbilla del hombre, golpeado y sangrando por la nariz, miro al moreno quien se queda quieto sin decir nada por mi mirada.

— Así que… — hago que pienso pero solo calo un poco del cigarro con olor a menta — Tú eres el que me ha estado robando… — le sonrío con falsedad por su expresión de miedo — ¿Por qué tiemblas? Aún no he pensado que hacer contigo, chico nuevo — me levanto y me cruzo de brazos.

— Jefe… — levanto mi mano para que se calle enseguida, tomo el arma del moreno la cual tiene silenciador y le disparo al chico.

— Saquen eso de aquí — camino hacia las escaleras con los pasos apresurados de Mike seguirme — Mi teléfono… — me lo da y lo tomo caminando por los pasillos del gran castillo abandonando.

— No debió matarlo — lo observo — Pese que le iba a sacar información… — vuelvo mi vista al teléfono y entro al chat de la cámara colorida, ingreso el usuario de mi musa, le escribo en turco, en su perfil no muestra de donde es o como es su verdadero nombre aunque puedo descubrir eso en unos segundos prefiero que sea misterios.

— La mujer… — digo guardando mi teléfono.

— La estamos vigilando, no está sola y por lo que me informan hay que ser cuidadosos — el moreno me mira esperando alguna reacción de mi parte.

— La quiero para el viernes y hoy es miércoles, el reloj suena, Mike — me alejo saliendo del castillo sin esperar respuesta alguna, entro a una camioneta blanca y arrancan el vehículo.

(…)

 Abro la puerta de la mansión, al entrar aparecen mis dos perros que corren al verme, los salidos y me siento en el sofá de la sala en medio de la oscuridad, una vez cómodo suena mi teléfono lo saco viendo que la musa ha respondido mi mensaje, sonrío y le respondo de regreso.

— ¿Sonriendo en medio de la oscuridad? — pregunta la voz de una mujer quien enciende la luz de la sala, la miro, baja, peliblanca con una piel morena oscura y ojos aceituna, la vejez se asoma por su rostro mientras me mira — ¿Dónde está Mike? Ya que no me quieres responder — miro tras de ella viendo llegar al moreno, la mujer se voltea y lo abraza, el solo mirar la escena hace que me levante del sofá para salir de ahí.

Entro a mi despacho, prendo la lámpara de mi escritorio mientras miro el lugar bien ordenado, tomo una botella de ron y me sirvo sin hielo, me siento en la silla tomando de un trago del vaso, por la puerta entra Mike sin tocar, lo observo quitarse el saco sentándose en el sofá que tengo en el despacho.

— Te encanta la soledad… ¿Por qué después de 10 años te vuelves a fijar en una mujer? — pregunta y miro la ventana.

— Después de 10 años haces una pregunta tan tonta, tengo ganas de divertirme, poseer y destruir con mis propias manos a alguien — lo miro mirarme como si estuviera enfermo — Preguntaste y respondí — niega.

— No esperaba una respuesta tan… tan tú — ruedo mis ojos siguiendo con mi mirada en la ventana que muestra la luna llena, un sonido deja que mire la luna y tome el teléfono — ¿Con quién hablas? — pregunta y lo miro sin emoción — Vale, me voy, es raro hablar bien contigo — se queja yéndose del despacho dejándome solo por fin.

— Pequeña musa, pronto estarás en mis brazos — dejo el teléfono, me levanto, salgo del despacho y subo las escaleras con la botella de ron en mano, miro la última puerta de ese pasillo y entro después de introducir la llave en ella.

(…)

Jueves, 05, octubre, 2023.

04:21 a.m.

Me siento en la cama sudando mirando algún punto de la gran habitación que solo hace sentirme más solo que antes, tomo la botella de agua y la echo en vaso para inmediatamente tomarlo con desesperación intentando desaparecer la sed que me provocó el mal sueño. Salgo de la cama y miro las puertas que dan al balcón comenzando a verlas familiar al sueño, suspiro, me pongo unos zapatos deportivos, salgo a fuera, bajo las escaleras, me dirijo a la cocina y salgo al patio.

Miro la noche aun oscura a pesar de la hora, comienzo a correr por el terreno de árboles que tiene a los alrededores de la mansión, vieja mansión en donde nacieron y murieron cada miembro de los Vilmez, una familia de mafioso de que se mataban entre sí para quedarse con toda la fortuna, lugar que fue incendiado, destruido pero aun asa también fue reconstruido miles de veces.

Por los pasillos rondan los fantasmas de aquellos que no han logrado descansar, aquellos que murieron por mis manos, aquellos que querían la maldita herencia, aquellos que solo querían ser amados.

Mi respiración se corta al recordar las escenas del sueño mezclándose con lo que pasó hace 10 años.

— ¡Aslan! — escucho que alguien me llama al momento en el que me dejo caer al suelo.

Abro mis ojos sentándome en la cama por segunda vez.

— ¡Bruto, bruto, eres un bruto! — me grita la mujer — Cuantas veces te he dicho que no te pongas a correr en plena madrugada, si no puedes dormir, ponte a comer, o tomar leche caliente, sé normal, bruto — resopla enojada, Mike intenta no reírse pero se deja vencer — ¿Y tú de que te ríes? Tú también estabas afuera cuando lo encontraste, Mike — deja de reírse.

— Doña Marta, estoy bien — suspira con exageración y sale de la habitación.

— Eres muy masoquista, debería cambiarte de habitación — miro la habitación y niego — No dejas que nadie cambie esas sábanas desde hace 10 años, no seas tan asqueroso, por Tanrı —  me acuesto mirando el techo — Si quieres traer a esa mujer, procura no meterla a esta habitación — se va dejándome solo.

Trago saliva tocando mi frente.

— Ella… será mi nuevo vicio…

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