Naturalmente, Francisco no creía lo que decía Ana. Pensó que sólo estaba exagerando para venderle a su hija. Muy impaciente, dijo sacudiendo la mano:
—Ya está bien, no me des más la lata.
Tras decir eso, se marchó agarrando a su novia la modelo. Ana quería decirle algunas cosas más, pero Miguel no p