Ignoro sus palabras y sigo subiendo las escaleras hasta adentrarme en la casa.
—Es odioso —masculla Natasha, pero no deja de mirar hacia atrás. Él se ha quedado afuera y ojalá siga así, pues para mí no tiene derecho alguno de pisar esta casa—. No sé por qué Julia lo invita.
—Yo tampoco, tal vez es l