Capítulo 2 - Sobreviviendo al desastre

Ser abandonada en el altar podría ser lo peor sin duda, pero ser abandonada un día antes de la boda era mucho peor, si te dejaban en el altar las personas tenían pena de ti, pero si lo hacían antes de la boda era culpa tuya, o al menos eso pensaba la familia del novio que después de leer la nota de Nick empezó a criticar a Adeline, todo lo había hecho mal según la familia Brown, y ni bien se habían librado de los invitados la echaron a la calle. Su padre no había dicho una sola palabra, su madre no podía evitar sentirse escandalizada, estaba agradecida de ser hija única porque de otra manera probablemente también sería juzgada por alguien más, apenas pudo juntar lo poco de dignidad que le quedaba para no llorar ante todas las acusaciones que le habían lanzado los familiares de Nick

- Hija....

- Ahora no mamá, no puedo soportar otro sermón

- Adeline, necesitamos hablar de lo que pasó ¿en verdad solo te dejó una nota?

- ¿Qué quieres decir?

- ¿No te dio otras señales de que no quería casarse?

- ¿Señales?

- Sí, lo típico

- Mamá él me pidió en matrimonio, yo no lo presioné, si no quería sacarse ¿por qué me lo pediría?

- No lo sé, debe haber alguna razón 

- ¿Tú también crees que es culpa mía?

- No he dicho eso, pero pienso que debió suceder algo entre ustedes

- ¡Ya basta!, suficiente he tenido con la maldita familia Brown

- No le hables así a tu madre — finalmente había hablado su papá

- Me está culpando por lo que pasó — le espetó

- Es tu culpa, te dijimos que era muy rápido, que era imprudente — ella le miró desolada, lo último que necesitaba ahora era que sus padres le echaran un sermón

- Si tanto les molestaba que me casara con él ¿por qué estuvieron de acuerdo?

- Nunca lo estuvimos — le afirmó su padre, sabíamos que ese joven tenía un comportamiento extraño, no confiábamos en él — ya no pudo soportar la presión y explotó

- ¿Y esperan hasta ahora para decírmelo?, ¿esperaron hasta que me abandonara para advertirme?, ¡qué clase de padres son!

- Cálmate Adeline — rogó su madre

- ¡Maldita niña malcriada!, tú nunca escuchas, estabas enamorada, tan ciega y ahora ¿es culpa nuestra?, asume las consecuencias de tus decisiones

- Eso es lo que haré, es obvio que aquí nadie me dará consuelo — tomó su bolso y se dirigió a la puerta

- ¿A dónde crees que vas? — gritó su padre

- ¡A cualquier lugar en donde no me juzguen!

- Hija espera.... — gritó su madre, pero ella ya había salido por la puerta

Se dirigió sin rumbo por las calles, no tenía un plan, solo quería alejarse de todo lo que rodeaba en este momento, se supone que sería un día especial, pero Nick la había abandonado en la boca de los lobos, no solo la había dejado prácticamente en el altar, sino que también se había ido dejando que ella cargara con toda la culpa, y ella era inocente, no había hecho nada malo, ahora que lo pensaba mejor ella había sido un ángel, nunca protestó, ni siquiera cuando su suegra ahora ex-suegra — se recordó — la había excluido de todas las decisiones sobre la fiesta de su boda, ni cuando le dijo que tenía que perder peso para verse como una verdadera lady o lo que m****a quisiera decir eso, a ella nunca le había preocupado su peso, era una mujer curvilínea y estaba orgullosa de ello, pero al parecer eso le había parecido vulgar a su suegra. Terminó llegando a lo que parecía ser un bar, entró sin ninguna ceremonia y se sentó en el taburete.

- Hola, quiero un wiskey — el camarero la miró con incredulidad y le dijo:

- Su identificación por favor

- Ya tengo 22 años — afirmó indignada

- Cariño te ves de 17 

- ¡Me han dejado hoy!, tenía que casarme mañana — agregó, el hombre la miró con pena

- En ese caso la primera dosis es por cuenta de la casa

- ¡Gracias! — dijo al tiempo que se tomaba de una solo trago la bebida, empezó a toser, el hombre le miró serio 

- ¿Es tu primera vez? — cuando terminó de toser ella respondió

- ¡Ajá!

- Entonces debiste pedir algo menos fuerte

- Quiero emborracharme

- Eso no es buena idea

- No necesito otro sermón

- Jajaja, no intento darte un sermón, a mí me conviene que bebas mientras puedas pagarlo —ella le miró seria, sacó su billetera y le tiró en la encimera una cantidad sustancial de billetes

- No suelo preocuparme por mis clientes, pero pareces una buena chica, ¿debería llamar a alguien?

- ¿No quieres el dinero? — el miró la cantidad de billetes y sonrió

- De acuerdo, pero si te quedas inconsciente deberé llamar a alguien

- Si me quedo inconsciente puedes llamar a este número — dijo al anotar en un papel un número de celular, él tomó el papel y luego preguntó:

- ¿Qué quieres beber?

Dos horas y muchos tragos después Adeline apenas si podía mantenerse consciente, todo le daba vueltas y no podía enfocar su mirada, se le acercaron varios hombres que en un principio ella pudo dispensar, pero luego ya estaba demasiado embriagada para deshacerse de ellos

- ¡No quiero!

- Vamos bella, solo quiero beber contigo

- ¡Déjame en paz!

- ¿Porque te haces de la difícil?

- Ya déjame — gritó al notar que el hombre le sujetó por el codo intentando estirarle a otro lugar

- Suéltala — dijo el mesero

- Amigo esto no es tu problema, así que no te metas 

- Es mi bar, así que es mi problema, la chica no quiere ir contigo, ¡suéltala!

- ¡Haz la vista gorda y ya!

- Es menor de edad — mintió — ¿no querrás que llame a la policía verdad? — el acosador lo miró serio y luego soltó a Adeline — eso pensé — agregó sarcásticamente

- Ven chica, creo que ya es hora de ir a casa

Tomó el número que le habían proporcionado y llamó al celular, le atendió una mujer

- Hola ¿quién habla?

- Hola llamó del bar irish, una chica me dio este número, está muy borracha

- ¿Quién?

- No sé, un segundo…  ¡oye chica! ¿Cómo te llamas?

- Yo... soy Adeline

- Dice que se llama Adeline

- ¡Dios mío! ¿Qué diablos hace ella en un bar a estas horas?

- No sé, necesito que vengan por ella

- Entiendo, iré por ella

- De acuerdo — colgó y miro a la pobre mujer que apenas se sujetaba en la barra, era muy joven pensó 

Media hora después Jenny llegaba al bar irish, encontró a su amiga hecha una m****a, después de lo que le pasó, pensó que ella estaría en casa llorando ríos de lágrimas, sin embargo estaba en un bar como si hubiera tenido dos días de despedida de soltera

- Adeline ¿me escuchas? — le dijo sujetándola por los hombros

- ¿Jenny?.. Oh Jenny ¿qué haces aquí? ¿También te botaron?

- ¿Qué?

- No dice nada coherente ya hace un buen tiempo — escuchó que mencionó alguien a su espalda, se giró y quedó estupefacta

- ¿Tú eres quién llamó? — preguntó cuándo se recuperó de la impresión

- Sí, soy el dueño del bar

- Ahhh, ¿qué bebió?

- Hummm, de todo un poco, quería emborracharse.

- Creo que su plan resultó, Soy Jennifer Wilson — le extendió la mano

- Mattew Morrison — respondió al darle la mano — tu amiga necesita ayuda para llegar a casa — agregó al ver que Adeline se balanceaba

- Me encargaré de ella, muchas gracias

- Sin problemas

- La cuenta...

- Ya está pagada, pagó por adelantado — agregó

- Típico de ella 

- Creo que no está acostumbrada a beber

- No, pero no la culpo

- Sobrevivirá — dijo él seriamente

- ¿Qué?

- Sobrevivirá a lo que le haya pasado, cuando ella lo decida — profetizó

Jenny no supo  que responder a eso, tomó a su amiga y ayudándola a apoyarse en sus hombros salieron del bar, la subió a su auto a duras penas

- La próxima vez que decidas beber, asegúrate de contratar un chofer — le dijo intentando recuperar el aliento

- ¡Maldito! — espetó 

- ¿Quién?

- ¡Malditos todos! — agregó

- En eso estamos de acuerdo

Al día siguiente despertó en la habitación de Jennifer ¿Cómo había llegado hasta ahí?, no recordaba nada, bueno recordaba muy poco, miró el reloj eran las 11 de la mañana, en una hora sería su boda, mejor dicho tendría que haber sido su boda, apretó su cabeza contra la almohada, no era un sueño, realmente la habían dejado, Nick ya no era parte de su vida, él se fue y no le dejó ninguna explicación, tendría que sobrevivir, pero no sabía cómo.

- Buenos días— entró Jenny a la habitación con un vaso de agua y una caja de medicinas

- ¡No es necesario que grites!

- No he gritado, estás muy sensible al parecer

- Me duele la cabeza

- ¿Tienes idea de lo que te pasó ayer?

- No recuerdo mucha cosa

- Tienes suerte de que no te hayan violado, o algo peor

- ¿Cómo llegué hasta aquí?

- El dueño del bar me llamó para ir a buscarte

- ¿El dueño?

- El hombre endemoniadamente atractivo que atiende en el lugar

- Hummmm, ¿el alto?

- Jajajaja, ¿es todo lo que notaste?

- Disculpa pero estoy en lo que las personas llamaría de un "duelo amoroso", no me voy por ahí fijándome en el primer hombre que se me cruce por la calle.

- ¡Tranquila! no es para tanto, solo quería señalar que ayer estabas totalmente borracha y sola en un bar, eso fue muy estúpido por tu parte

- Ya veo, no estaba en condiciones de tomar buenas decisiones, me peleé con mis padres y huí, fue el primer lugar que encontré, yo solo quería olvidar lo que me había pasado

- Ya sé, debiste llamarme, sabes que siempre estoy para ti en cualquier hora

- No tenía planeado salir, solo pasó, yo... —ella empezó a llorar

- Adeline, Nick es un cretino, no te merece, debes olvidarte de él

- Lo sé, no entiendo por qué me hizo esto

- Solo Dios sabe lo que tenía en la cabeza cuando decidió dejarte

- Mamá insinuó que era mi culpa — su amiga la miró sorprendida

- No puedo creer que ella haya pensado eso, es tu madre

- Lo sé, papá dijo que ellos nunca confiaron en él, que fue un error desde un principio

- Amiga... tranquila todo estará bien — la abrazó

- No sé cómo encarar esta situación, todos sabían que me casaría hoy, ¿qué le diré a la gente?

- Tú actúa normal, no le debes explicaciones a nadie

- No entiendo lo que pasó

- Créeme que yo también quiero una respuesta, si alguna vez llego a cruzarme con ese maldito...

- Se fue, y algo me dice que no volverá

- Más le vale — agregó Jenny con evidente cólera

La primera semana después de su abandono Adeline se quedó en casa, ni siquiera salía de su habitación para no tener que ver a sus padres, ella había vuelto sin darles ninguna explicación y se dedicó a dormir, comer y llorar durante 7 días, su padre no le dirigía la palabra ni por error, su madre que era más comprensible trataba de hacer las paces con ella, pero le dolía que ellos no le hubieran apoyado cuando ella más necesitó, la familia Brown la había humillado y sus padres terminaron por darles la razón, ella quería el apoyo de su propia familia, se dio cuenta de lo mal de la situación cuando los escuchó hablar en una mañana

- Tiene que madurar

- Cariño es solo una niña y ha pasado por mucho

- No podemos tolerar esto por más tiempo, está echando a perder su vida

- Eres su padre, debes ser más comprensivo

- Hemos sido muy tolerantes con ella, ya tiene edad para sobrevivir por su cuenta

- Ella lo superará, dale tiempo

- ¿Hasta cuándo?, ni siquiera nos respeta, vive de nosotros y no da la cara hace casi una semana

- Está deprimida es normal

- No va a superar nada si se encierra como un gato asustado, la vida no es color de rosa, y cuando antes lo aprenda mejor

Subió por las escaleras sin hacer ruido, lo que escuchó le rompió el corazón, pero sus padres tenían razón en algo,  debía volver a la realidad, no podía seguir perdiendo clases, su vida seguía y ella tenía que vivirla. Despertó un lunes y se preparó para ir a la universidad, su madre se sorprendió al verle despierta tan temprano, y arreglada

- ¿Irás a la universidad?— preguntó cautelosamente

- Ya es hora

- Entiendo…

- Mamá... me mudaré con Jennifer

- ¿Qué?

- No puedo seguir viviendo aquí

- ¿Por qué no?

- Ya no seré un estorbo para ustedes

- ¿De qué hablas?

- Sé lo que piensan de mí, ya estoy cansada de ser una carga, me mudaré y encontraré un trabajo de medio tiempo

- No necesitas hacerlo

- Es lo mejor para mí, tengo que cambiar mis rutinas o me volveré loca

- Hija, somos tus padres, lo que sea que necesites te lo daremos

- ¡No!, no puedo seguir así, quiero tener algo que hacer, distraerme, seguir aquí solo me trae malos recuerdos

- Adeline, ¡tú no sabes cómo es la vida fuera de estos muros!

- Sea como sea, yo lo afrontaré por mi cuenta y sobreviviré — le afirmó con total convicción, sin tener idea de que pronto se arrepentiría de sus propias palabras.

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