Ya todo había acabado. Sofía nuevamente me había salvado la vida. Estaba destinada a ser mi salvadora. Los días pasaron y la calma llegó como llega después de una fuerte tormenta. Ya podíamos dormir tranquilos, ya podíamos salir sin miedo.
Pero no solo nosotros sentíamos paz, también la familia de aquellas personas a las cuales Samantha logró hacerle daño, también sentían tranquilidad al saber que ya ella se había ido para siempre, que ya no volvería más con su maldad y su odio.
Una mañana, mientras arreglaba el huerto, Sabana llegó y con timidez me dijo:
- Hola Kevin.
Yo la miré y le respondí el saludo. Se veía apenada y un poco temerosa, así que le dije:
- Sabana, está bien. Sofía me dijo que nada serviría denunciarte. Creo que esto que pasó ya ha sido suficiente.
- Sí, lamento tanto todo eso. Fue mi culpa en gran parte -dijo ella con tono de arrepentimiento.
- Es mejor olvidar. Eso es lo que Sofía y yo estamos haciendo -le dije calmadamente.
- Eso trataré de hacer yo. Por eso me ir