La visita de su hermana Cecilia, la había tomado por sorpresa.
-¡Ceci!- exclamó echándose a sus brazos.
-Querida Julia- la estrechó con fuerza- hermana mía. . .
-¡Qué bueno verte!- la miró a través de una cortina de lágrimas- es tan bueno que estés aquí.
-Yo estoy feliz de verte, hermana. Pasemos, te buscaré un poco de agua.
Ya sentadas en una destartalada silla, Cecilia la miró con profunda tristeza.
-¡Qué sucede?- le preguntó ella sonriendo.
-Estoy tan avergonzada contigo.
-No, no hermana. No tienes motivos para sentir vergüenza.
-Por supuesto que si. No entiendo como Inés, fue capaz de hacer algo así- gimió- me esforcé por educarla, por hacerla una buena chica, ¡cómo hace esto?
-Son cosas que suceden, no es tu culpa hermana- la reconfortó, apretándole las manos con fuerza.
-Lo siento tanto Julia,