Los labios de Kronos son suaves y fríos, su pecho desnudo roza con mis senos, no me había puesto sostén y ahora estaban sensibles ante el roce y tacto de él, muerde ligeramente mis labios haciendo que abriera la boca para después penetrarme con su lengua hasta el fondo. Gimo y el gruñe, nos unimos en un beso voraz, lleno de hambre. Lleno de pasión, me va llevando hasta donde hay un par de colchonetas limpias.
—Te deseo —susurra.
Separa nuestras bocas y mi corazón pareciera que entra en sincronización con el de él, mis ojos se anclan en los suyos.
—Ámbar.
—¿Qué? —inquiere con la respiración agitada.