—¡Damian Vanderbilt! —exclamó Scar con furia—. ¡No puedo creerlo! ¡Esto es caer muy bajo, incluso para ti!
Detrás de la esquina estaba el hombre al que acababa de llamar, con una expresión que mezclaba vergüenza, sorpresa y... un leve rastro de enojo, su enojo estaba dirigido hacia su querido cuñado que acababa de lanzarlo a los leones para que su querida hermana no perdiera la cabeza al ver a su ex secuestrando a la hija de su amiga.
Hablando de lo complicada que podía ser una familia.
—Lilith te dijo que no, ¿verdad? —Scar cruzó los brazos frente a su pecho, mirando a Damian como una mamá gata enfurecida—. ¿Por eso te estás escondiendo aquí?
—Bueno... no exactamente... —el hombre se frotó el pelo con una sonrisa de disculpa. Lilith no le había dicho que "no". Simplemente no había contestado ninguna de sus millones de llamadas, ni tampoco Scar—. Es pura coincidencia, pero estoy tan feliz de verte, Alice...
Scar entrecerró los ojos y él se corrigió rápidamente. —Quiero decir, Scarlett.