CAPÍTULO 6. MAGDALENA Y YO.

POR ABNER.

 Después de la comida mi abuelo me pidió que lo siguiera al despacho, como siempre me preguntó acerca de mis avances académicos, mis planes a corto y a largo plazo, me recordó la carga que reposa sobre mis hombros, mantener el legado de la familia Friedman, hoy conocida por ser una familia de hombres inteligentes, trabajadores, con valores Morales.

En ese punto se detiene y me mira con firmeza, - así como conozco la vida de la joven Adara, conozco la tuya y debo decirte que no estoy conforme con lo que he conocido de ti.

Bajo mi mirada y no digo nada más, soy un hombre de veintiún años, puedo hacer lo que quiero, pero no debo enfrentar al anciano, no tendría sentido.

- Gracias a lo que sabes de ella, ahora la consideras buen partido, además de lo hermosa que es, pero ¿qué crees que sabe ella de ti? Y ¿cómo crees que ella te mira?

Miro a mi abuelo de forma expectante - ¿quién le habla de mí?

- La señora Cohen no es nada disimulada en sus intereses con esta familia, debo decir que ella está casi segura de que nuestra familia pedirá la mano de su hija Magdalena, me ha insinuado que ustedes hace mucho que tienen – mi abuelo hizo un gesto con ambas manos simulando comillas - un trato especial.

Miro a mi abuelo en silencio, hace muchos años ella solía perseguirme, yo era adolescente y experimenté con ella mis primeros besos, pero no fuimos novios ni nada, hace mucho que no le hablo, y aunque, cuando coincidimos me persigue, yo suelo ignorarla.

- El asunto de tu compromiso con Adara es totalmente privado por ahora, nosotros esperamos a que ustedes se conozcan y se enamoren, no hay apuros, pero no quiero que esta información llegue a oidos de la familia, cuida lo que haces y lo que dices, gánate a la chica.

Asiento y salgo de la presencia de mi abuelo, recuerdo aquella fiesta en que la conocí, Magdalena y su hermana Ana la trataban con desprecio, incluso yo fui grosero con ella, no sé si ella lo recuerde, pero si es así, tal vez estoy perdido.

A las cuatro de la tarde me baño, me perfumo y salgo de mi habitación, optimista por la caminata que tendré con mi futura prometida, a lo lejos la miro sentada en el patio de los abuelos, rodeada de plantas florales, sentada en un columpio admirando el paisaje, es realmente hermosa, aunque aún es una niña y debo esperar para que sea mi esposa he comenzado a considerarla como la mujer de mi vida.

Me acerco en silencio, admirandola, sonrio al darme cuenta de que ella percibe mi aroma y me busca con la mirada, la saludo y le regalo una sonrisa encantadora.

- ¿Lista para nuestra caminata? - pregunto y ella asiente, caminamos en un incómodo silencio, no sé cómo hablarle y ella no toma la iniciativa.

- Me han dicho que eres la mejor estudiante de tu instituto y que tienes un notable interés por la medicina y la tecnología.

- Así es – responde breve y aprieta sus manos mostrándose un tanto nerviosa.

- Si te decides por la tecnología, lograríamos hacer un gran trabajo juntos en las empresas familiares – digo intentando conversar con ella.

Me mira profundamente y suspira con inconformidad - ¿estás de acuerdo con este compromiso? - pregunta directamente.

- Aun no estamos comprometidos, solo nos estamos conociendo.

Ella me mira y no puedo evitar amar el color de sus ojos y su rostro tierno – no seas iluso Abner, yo no estoy aquí por voluntad propia.

Debo admitir que no sentí agradables sus palabras y me sentí avergonzado de inmediato.

- Yo aun no termino mis estudios, sólo me quedaré aquí un mes, mi abuelo no lo sabía, no te quedarás aquí por un año, solo nos veremos cuando tenga vacaciones y nos conoceremos mejor – dije intentando suavizar el incomodo momento.

- ¿Qué hay de Magdalena? - pregunta directamente y me deja fuera de base, me recordó las palabras del abuelo pero decidí fingir.

- ¿Qué hay con ella? 

- Durante años ha hablado de sus citas amorosas y futuro compromiso contigo, nunca le he caído bien y si se entera de esto me va a odiar más.

Me acerco a ella e intento agarrar sus manos y hacerle una promesa, ella da un paso atrás  y me mira con desconfianza.

Suspiro derrotado e intento ser sincero. - cuando estuve en el extranjero, en mi adolescencia, ella era cercana, en ese entonces creímos que nos gustábamos y fuimos amigos especiales – dije con duda – eso fue todo.

- Tal vez para ti, pero no para ella.

Me mira fijamente y me desconcierta, es como si sabía como comportarse a la perfección delante de los abuelos pero en mi presencia es ella realmente.

- ¿Me dices que no me aceptas? - le hablo directamente, ella no responde con palabras pero su actitud lo dice todo – este compromiso no ha sido mi idea Adara, pero estoy aquí haciendo el intento de conocerte y llevarme bien contigo, puedo prometerte que haré las cosas lo mejor que pueda.

Noto su mirada de decepción y me siento ofendido, no quiere ni siquiera intentarlo, es una niña y se cree mejor que yo, me siento frustrado y molesto, siento ganas de dejarla sola e irme, pero me contengo, no quiero dejar en vergüenza a mis abuelos ni a mi padre.

Respiro profundo y la miro con intensidad, demostrando mi incomodidad con esta situación.

- Un mes pasa rápido Adara, en un mes me marcho a estudiar y regresas a tu casa, tal vez no vuelvas a verme en un año, por ahora intentemos ser amigos – digo con molestia.

Ella asiente - está bien – solo eso dice y seguimos caminando en completo silencio, no puedo creer lo que ella me ha dicho. 

Esto no es justo, mi familia se ha encargado de que yo la mire con otros ojos, pero por lo que veo su familia no hace lo mismo y la tonta de Magdalena no ha ayudado para nada.

Terminada la caminata la acompañe hasta su habitación, no me importa si le molestaba o no, yo haría mi parte y si las cosas entre nosotros no se deban, mi familia no podría culparme.

Luego me fui a mi habitación que estaba al lado, me recosté en la cama frustrado, mirando al techo y pensando en lo ocurrido. Magdalena y yo realmente no teníamos un pasado, no era nada, tonterías de niños nada más, no fuimos novios, no le hice promesas, no sé qué le pasa, no sé porque habla de mí de esa forma, hasta su madre se atrevió a hablarle a mi abuelo, esto es una locura.

Yo sabía que ella era especial conmigo, pero pensé que era la confianza que hubo entre nosotros que la hacía actuar así, esto es grave pensé, debía hablar con ella y aclarar las cosas, lo más pronto posible.

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