PDV. Hassam.
– Respira, ya salió de su casa – me informo por teléfono Ahmad podía escuchar su sonrisa.
– No le veo la gracia, sabes que estaba en peligro – le reclamé.
– Calma Hassam, era para que te relajaras, no creo que haya estado en peligro, pero supongo que ningún hombre estaría alegre de que su mujer lo deje.
– Supongo, pero él se lo merece. Gracias por mantenerme informado.
– Espero que sepas lo que estás haciendo jefe – me advirtió.
– Adiós Ahmad – colgué sin más.
No quería sermones, a estas alturas lo único que sabía con certeza es que quiero a esa mujer para mí, aún no sé cómo, incluso no se si deba, pero la quiero lo más cerca posible y a salvo. Quiero llamarla para estar seguro de que si estaba bien. Marqué su número, pero salió la