Salí muy afectada de la habitación de mi esposo y fui a la cafetería, me sentía mal porque él tenía razón, ¿cómo se me ocurrió inseminarme? Y la respuesta era fácil, necesitaba hacer algo que le devolviera las ganas de vivir a mi esposo, él es un hombre que ama a los niños y su sueño más grande era ampliar nuestra familia y aunque mi hijo aún no cumple los dos años, no me importó. El día que él tomó la decisión fui a la capilla y lloré como nunca, les juro que busqué mil soluciones para que él recapacitara y no hubo nada, hasta que pensé en mi hijo y así se me ocurrió la idea. Me hice la inseminación sin tanto protocolo porque no tenía tiempo para un tratamiento largo, y aunque había muchas posibilidades de que no se diera sucedió. Ahora estoy felizmente embarazada de mi esposo.
Ese mismo hombre que me llamó inconsciente por hacer esto, pero que más hacía… no podía quedarme de manos cruzadas mientras él se dejaba morir y con los días me he convencido de que tomé la mejor decisión. Po