El Capricho del mafioso
El Capricho del mafioso
Por: Ross Gil
Destino

Prologo

Siempre me salgo con la mía, pero ¿Cómo no? Siempre he conseguido lo que me propongo, siempre he tenido lo que quiero. Soy un chica mimada, mi padre, me da todo lo que necesito. Solo es cuestión de pedir, y lo tendré en unos segundos.

Siempre me ha gustado eso, y no es por altiva, caprichosa o testaruda, que si lo soy. Es porque simplemente siento que tengo mi libertad de este modo. Desde mi adolescencia he salido a bailar con mis amigas, desde siempre he quedado en casa de ellas, pero siempre con una condición, llevar a un guardaespaldas que es como una patada allí abajo.

Todo porque soy hija de uno de los grandes capos de la ciudad, pero ese no es el único motivo, sino que mi padre ha querido mantener virgen hasta que llegue la hora de casarme. Por supuesto que no lo permitiré, ya ha pasado dos veces, y si, por mi culpa han muerto y mi familia se ha enfrentado esas dos veces a otras, pero no me casaré, me niego, y menos como si fuera un costal de papas al que se le pueda buscar dueño.

Capitulo 1

Destino

Emily Berks

El sudor se desliza por mi piel, me encuentro jadeando por el esfuerzo, pero sé que al final, valdrá la pena. Me detengo, mis manos van a mis rodillas mientras me inclino para recuperar el aliento. Me encuentro en mis pantalones de algodón, blusa manga larga y mis deportivas, vestida toda de negro, solo para pasar desapercibida.

Es el único momento en el que puedo salir sola, solo 30 minutos, y es porque es la misma calle, que esta igualmente custodiada en algunas esquinas.

Bebo de mi botella de agua y siento como mi corazón comienza a recuperar sus latidos, me recojo el cabello en una coleta alta para sentir el viento fresco en mi cuello y cierro los ojos para sentir como se compenetra con mi piel.

Miro la hora y sé que me he pasado 10 minutos mas, sé que mi padre se molestará, pero también sé que lo puedo ablandar con besos en las mejillas, después de todo soy su niña consentida ¿no?

Me dirijo a la mansión que se encuentra en la otra calle, pero como en este urbanismo, todo es grande, es como si se encontrara en otra manzana. Apresuro mis pasos hasta que la veo a lo lejos.

No me canso de verla, porque sinceramente parece el castillo de una princesa, es de tres plantas con una estructura moderna, pero la parte de arriba parece una torre, porque así lo quise desde un principio, daba la función de cobertizo donde se supone se debería guardar cajas o cosas sin utilidad, pero la verdad es que cuando me preguntaron cual quería que fuera mi habitación, ya estaba segura que quería que me convirtieran ese lugar en mi propio castillo personal.

Así que mi padre como siempre que me quería complacer, llamó a unos trabajadores y lo mandó a construir según lo quería yo y después mi habitación se convirtió en ese lugar especial en el que me sentía segura.

Llego a la entrada y veo a dos de los hombres que cuidan a la puerta, tienen prohibido dirigirme la palabra a menos que sea un caso completamente urgente, en donde no vida esté en peligro, o también si mi padre se los permite.

El ultimo de sus hombres, que se me acercó para saludarme, porque era un novato, terminó sin bolas y con dos tiros en la frente, si mi padre no anda con juegos, el que lo busca lo encuentra.

Antes de pasar por la puerta ambos hombres se paran rectos como si estuvieran en el ejército y eso me hace sonreír, uno desvía la mirada para no tener problemas, y el otro, solo me ignora, pero antes de terminar de cruzar, nuestras miradas conectan y por pura maldad le guiño un ojo, haciendo que todo el color de su cara se vaya. ‹‹pobre bebé ››

Suelo hacer mis travesuras algunas veces, ¡Me encanta!

Cuando llego a la sala de estar, mi padre esta como de costumbre con un celular pegado a la oreja, con el ceño fruncido y paseándose por la sala con un tabaco en una esquina de sus labios, mientras discute con alguien. No se como le gusta eso, nada más el olor me hace arrugar la nariz. Al verme sonríe y se le suaviza el rostro, me lanza un beso y sigo de corrido hasta mi habitación.

Ingreso en mi ducha, diseñada como la quise desde siempre, con el tamaño de una habitación, con una tina que hace masajes cuando quiero, mi pequeño armario de toallas, perfumes, gel para el cuerpo y mi splash con olor a fresas. Es el que usaba mi madre antes de que la asesinaran, aun era una adolescente de 15 años, me dolió mucho, siempre fui muy unida a ella, al menos cuando estaba con vida, no me sentía sola, pero un enemigo de mi padre, por venganza, se la llevó por días, la violó y la torturó, mandándonos algunas partes de su cuerpo mientras lo hacia, y esta familia prometió, que se vengaría, y juro que lo haré.

Me meto en mi tina con agua tibia, me relajo y cierro los ojos, disfruto del silencio que muchas veces es bueno para pensar, o al menos en mi caso. Termino y me envuelvo en una toalla, aplico mi loción de fresas y seco mi cabello, mañana me toca universidad y debo estar temprano, mi padre siempre dice que a pesar de nuestra situación económica, igual debo prepararme, a pesar de ser una de las familias mas adineradas y con poder, debo demostrar que soy mas que belleza.

Tiene razón, como siempre es un puto genio, y si, quiero graduarme y hacerlo sentir orgulloso de su princesa. Peino mi cabello frente al tocador de espejo redondo que tengo aquí y me pongo mi pijama que solo consiste en una camisa vieja de mi padre que me llega a los muslos, es lo mas fresco que tengo, me coloco mis bragas de encaje y listo, de igual manera adentro de la casa no es que hayan hombres, mi padre piensa que con él basta, porque siempre esta armado, y aparte de eso, hay todo tipo de pistolas y armamentos en casa.

Si llega a ocurrir una emergencia, sabría donde buscar para defenderme.

Bajo las escaleras por algo ligero de comer o beber y lo veo sumergido en sus pensamientos, mirando el fuego de la chimenea con un vaso de Whisky entre sus manos.

—¿pensando en el fin del mundo?— me río y el sale de su estupor, me mira directamente a los ojos y sonríe, pero no llega a su mirada

—No, pero si en el fin de algunas personas— responde a mi pregunta y me hace señas para que me siente a su lado en el sofá.

Camino hasta allí y me siento apoyando mi cabeza en su hombro, con un brazo rodea los míos y puedo escuchar de fondo el sonido suave de una canción que sé perfectamente que es la favorita de mamá y papá.

—¿La extrañas mucho, no?— el asiente, pero sé que por mas que le duela, no se derrumbará, mi padre nunca fue un hombre que se pusiera a mostrar sus sentimientos, y menos rodeado de sus hombres, dice que les demuestra debilidad

—si, demasiado. A veces me siento tan culpable, creo que hubiera sido mejor que no la hubiese traído a vivir conmigo, hasta me parece que seguiría viva.

—No te culpes papá, en este mundo, cada quien elige con quien estar— me levanto para darle un abrazo —mi madre te amó, de eso estoy segura, y si ella se mantuvo a tu lado, es porque así lo quería, no porque la obligaras.

Exhala profundo y ya no dice nada, sé que por mas que le diga que no tiene culpa, se seguirá lamentando.

—eres igual que ella, mi princesa. Físicamente, cabellos negros, ojos ámbar, aunque en las locuras que haces, te pareces a mi, eres impulsiva, audaz y sacaste mi color de piel.

—si, recuerdo la ultima foto que nos tomamos juntas, parecíamos dos fotocopias— sonrío imaginando ese momento —fue en el parque de diversiones, creo que fue la ultima vez que salimos en familia.

—Si, esa fue la ultima vez que salimos en familia.

Se queda en silencio, y sé que ahora, aunque no lo diga, es un hombre vulnerable.

—papá, quiero hacerte una pregunta— desvía su atención a mi —¿Por qué te empeñas en casarme con alguien a quien no quiero? Es decir, tu te enamoraste de mamá, y ella de ti. Se casaron porque así lo quisieron y…

Levanta la mano para que me detenga

—estas equivocada cariño, tu madre al principio no me amó, ella se casó conmigo por un acuerdo— mi boca se abre en sorpresa —la familia de ella, era muy importante en la mafia, y había guerra entre ambas, y la ubica forma de poner paz, fue con un matrimonio. Con el tiempo se enamoró de mi.

—No lo puedo creer.

—así es princesa, así es este mundo, la vida con los hijos; y las veces que quise arreglar tu matrimonio, no fue porque yo quería o porque me divertía la idea, no, fue porque teníamos guerras con ellas o desacuerdos, hasta que me dieron un motivo para matarlos, queriendo propasarse contigo, ¿no es así?

Me siento un poco mal por mentirle, pero es que tuve que fingir que me querían forzar a estar con ellos sexualmente, porque no me quería casar con alguien a quien no amo.

—Si, así es— digo con la voz apagada.

Se que debería odiar a mi padre por esto, pero se me hace difícil, creo que mi corazón salió como el de mi madre, no me considero una persona rencorosa, además, siempre que pueda hacer algo para impedir que me entreguen a un hombre, lo haré, así que si me toca seguir seduciendo a mis pretendientes, para que busquen acercarse por algo mas y yo acusarlos, lo haré, así les toque morir.

—No quiero que me consideres un monstruo cariño, nunca acordaría un matrimonio, con alguien que yo sepa que te hará daño, primero lo investigo, y la ultima prueba es que pase tiempo contigo, si busca sobrepasarse, se que no te merece, sino que le toca morir.

Lo abrazo y subo a mi habitación, no me siento bien, si bien es cierto que no lo odio, tampoco estoy de acuerdo con lo que dice, creo que si amas a tus hijos, no puedes dejarlos en manos de alguien a quien no quieren, solo por un estúpido acuerdo.

Se me quitó el hambre, por eso me voy directo a la cama para intentar descansar, por ahora solo me divertiré, disfrutaré de mi vida como me apetezca, hasta que llegue el momento de mantenerme prisionera, porque así me sentiré.

Aunque siempre he sido un alma libre, por eso no permitiré que nadie me controle, primero, ese hombre tendrá que lidiar con mis pequeñas travesuras, porque no me tendrá tan fácil.

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