“Está bien, querido. Ella es mi hija. Los resultados de la prueba de ADN no pueden estar equivocados”. Sheryl le dio a Titus una mirada desagradable.

Titus resopló. “Ella se ha sometido a una cirugía plástica antes”.

Con sus ojos penetrantes, se dio cuenta a primera vista.

Odiaba a las mujeres que se habían sometido a cirugías plásticas porque eran poco auténticas y rígidas. El rostro de Rebecca no era ni la mitad de natural que el de Sheryl.

Teniendo en cuenta que a Titus le había gustado al instante Sheryl en ese entonces, no debería mostrarse reacio a su hija. Sin embargo, por alguna razón, inconscientemente sintió que Rebecca le faltaba el aura que Sheryl tenía cuando era joven, a pesar de que tenían un parecido pasajero.

La expresión de Rebecca se puso rígida. “No quise someterme a una cirugía plástica. Ofendí a algunas potencias en Australia hace un par de años, así que no tuve más remedio que someterme a una cirugía plástica e irme. Esta es una vieja foto mía”.

Encendió su