Salimos del coche que estaba aparcado fuera de la puerta de la percha privada, la percha de las mafias francesas, para ser exactos.
-Parezco una prostituta barata de una tienda de un dólar
Arlet besó mi mejilla
-No, pareces una prostituta cara de Beverly Hills
Gracias, no puedo creer que estoy casada con este idiota.
Esta camisa cubría la mitad de mi estómago, y estos jeans eran tan ajustados con muchos agujeros, que me hizo preguntarme si Blake se puso feli