Después de colgar el teléfono, Ivins miró hacia Lantit.
—Sé lo que estás pensando, pero, después de todo lo que has hecho por Lucío, ¿alguna vez él ha pensado en ti? Antes creía que te trataría bien, por eso estaba dispuesto a ayudarlo a toda costa, pero ahora está claro que no merece tal esfuerzo de tu parte.
Así que no dejes que los sentimientos te nublen el juicio, después de todo, él ni siquiera ha sido capaz de limpiar tu nombre, e incluso tuvo que recurrir a Lucas, a quien tanto detestas, para demostrar tu inocencia.
Los labios de Lantit temblaron, queriendo refutar, pero no encontraba ninguna excusa para justificar la indiferencia de Lucío hacia ella.
Quizás, en su corazón, ella nunca fue tan importante como Ana.
Con solo una palabra de otros, él inmediatamente la consideraba una mujer celosa, condenándola sin más, así que ya no tenía sentido seguir intentándolo.
—Está bien, ya lo entiendo, no volveré a actuar sin pensar.
Lantit lo aceptó, pero su semblante era de tristeza, lejo