Después de pensar un momento, Karla rápidamente tuvo una idea. Mientras conversaba con Ana de forma intermitente, la noche comenzó a oscurecer, y fue entonces cuando se levantó para ir al baño a asearse antes de dormir. Ana, preocupada de que Karla pudiera mojarse y que su herida se infectara, se ofreció a ayudarla. Karla rechazó la oferta superficialmente, pero Ana insistió, y finalmente, Karla aceptó con cierta resistencia.
En el baño, Ana tomó una toalla desechable, la humedeció y se la pasó a Karla para que se limpiara la cara. Aprovechando el momento, Karla dejó caer su manga holgada, revelando las heridas que Patricio le había causado. Ana, que ya estaba muy atenta a cada movimiento de Karla, temiendo que se lastimara de nuevo, se quedó sorprendida al ver las heridas y de inmediato se puso seria.
—Karla, ¿qué pasó con estas heridas en tu cuerpo?
Las heridas parecían numerosas y no eran recientes, como si no hubieran sido causadas en la lucha con el delincuente de ese día. Algunas