—Desnúdate —ordenó haciendo lo mismo.
—No quiero —me negué—. Me gustaría hacerlo yo sola.
—Ahora, dije.
—No —giro sobre mis talones y Preppy me vuelve hacia él.
—¿Prefieres que lo haga yo?
—¿Por qué estoy aquí? —frunzo el ceño.
—Porque me debes la deuda del marica de tu padre —responde a secas.
—¿Quieres que te pagué follando? —cuestiono alejándome de él para quitarme la ropa poco a poco bajo su mirada llena de deseo.
No me responde, y no cuestiono más, cuando estoy completamente desnuda, sus ojos me inspeccionan con ojo c