« más vale tarde que nunca »
MIRELLA
Me despierto con el olor de las tostadas quemadas entrando por mis fosas nasales, me levanto rápidamente hacia la cocina ya que a mi padre ayer le cambiaron el turno de enfermería de noche por uno de mañana y yo tostadora no tengo, salgo lo más rápido que puedo de mi habitación y me tropiezo con unos zapatos, dándome en el dedo pequeño
A quien se le ocurre dejar tales armas mortales por el pasillo alguien cuyo nombre empieza por M podría partirse el cuello, me digo a mí misma hasta que me doy cuenta de que son míos.
El olor a quemado empieza a abundar más e intento ir a la pata coja lo más deprisa que puedo primeramente pasando por el arco que une la especie de recibidor en donde se encuentran las puertas de las tres habitaciones