“No hay nada que avive tanto el amor, como el temor de perder al ser amado”
Francisco de Quevedo
Diego toca la puerta de aquella oficina, una voz desde dentro contesta:
–¡Adelante!.Abre y entra. Cuando mira frente al escritorio, está sentada una mujer.–Pase y siéntese. Parece sorprendido, Sr. Martínez–Añade:–¿Nunca ha visto a una mujer, gerente? Soy Eliza. ¿Usted debe ser Diego?
Él un poco apenado, responde:–Disculpe. No se trata de que sea mujer. Sin ofender su jerarquía. Nunca había visto una mujer gerente, tan hermosa.
La mujer arquea una de sus cejas y sonríe.
–Estamos en la misma situación. Yo nunca vi a un hombre tan bien presentado, que siendo pintor, pueda ser tan galante.
Diego hala la silla, la levanta y se sienta.
–Hablemos entonces de su trabajo artístico. Me dice que tiene más de 50 obras para presentar. Dígame cuál es el concepto que quiere mostrarnos.
–Es una obra q