Igor no me mira a los ojos durante el interrogatorio, que de tortura, no tuvo demasiado, estaba dispuesto a darme la información en cuanto regresé al cuarto donde lo tenían atado.
— Me gusta el cabello — susurra en ruso cuando me inclino detrás de él para soltar sus ataduras
— ¿Realmente piensas usar palabras dulces? — pregunto mirándolo con tristesa, y sus ojos hinchados finalmente encuentran los míos
— No fui yo el que rompió la promesa — se queja, su mirada luce tan malditame te vacía como me siento, pero a pura fuerza de voluntad consigo mantener la compostura
— Tu eras el que hablaba con padre —le recuerdo,