Capítulo 130: La verdad que nadie contóLa noche había sido larga. Silenciosa. Tensa. Andrews me pidió que durmiera con él. Voz calmada, mirada preocupada. Pero no pude. No después de la llamada. No después de escuchar esa amenaza venenosa deslizarse de los labios de Janete como miel agria.—Solo quiero protegerte —dijo, apoyando la barbilla en mi frente.Pero proteger no siempre significa libertad. Fingí estar cansada. Fingí que dormiría mejor sola.Y antes del amanecer, mientras la casa aún reposaba bajo la penumbra azulada de la madrugada, escapé. Tomé un coche por aplicación. Me puse la capucha sobre la cabeza, gafas oscuras. Auriculares. Nadie me vería. Nadie me reconocería. Principalmente él.La cafetería estaba lejos. Pequeña, escondida entre calles que solía evitar. Pero era el lugar que Janete eligió. La misma Janete que ahora intentaba reaparecer, como si nuestras vidas no se hubieran destruido hace tanto tiempo.Ya estaba allí cuando llegué. Como siempre, impecable. Postu

Capítulo 132: La habitación que guarda verdadesEl camino hasta la habitación se hizo en silencio. Mariana caminaba adelante con pasos lentos, firmes, casi solemnes. Aurora la seguía, todavía con la bolsa pesada en las manos —y el corazón aún más pesado. La cabeza era un caos: Janete, Andrews y esos montones de secretos… y ahora Mariana, que parecía estar a punto de abrir la caja de Pandora para ella.Cuando la puerta de la habitación se abrió, Aurora sintió un escalofrío en la nuca. El olor era dulce, suave, a talco infantil mezclado con el tiempo. Las paredes, de un tono suave de rosa, estaban llenas de estantes con ositos, juguetes, libros ilustrados. Una cuna en la esquina. Una mecedora junto a la ventana. Luces delicadas colgando del techo como pequeñas estrellas. Ya había entrado allí, pero había ignorado totalmente ese lugar en sus recuerdos.—¿Conoces esta habitación? —preguntó Mariana en voz baja.Aurora miró alrededor, intentando recordar.—En mi primer día aquí

Capítulo 135: ¿Nada es lo que parece?Tan pronto como Aurora salió, el celular de Andrews sonó. Al mirar la llamada, sonrió de manera sobria y aburrida antes de contestar.—¿No vas a rendirte nunca? Deberías sentir vergüenza de pedirme dinero por algo que ya terminó.—Ah… Andrews, ¿cómo así que terminó? ¿Estás seguro de eso? ¿Cómo crees que reaccionará ella si sabe que la compraste?—En realidad… la pregunta es, ¿cómo reaccionará al saber lo que realmente planeabas hacer con ella?—Tú no fuiste diferente, la maltrataste tanto que resultó bien. No es un destino peor que el otro —dijo ella con voz cínica desde la mañana.—Lo que ella recibió fue el resultado de lo que sus palabras me causaron, me hizo pensar que estaba equivocado sobre ella, y no porque tenga algo que ver contigo. Por eso, si sigues con esto, te contaré en detalle lo que la hermanita falsa de ella planeaba hacer —advirtió él, luego terminó la llamada una vez más, dejando a Janete furiosa del otro lado. Una vez más, pare

Capítulo 137: Actuando con calmaAurora estaba sentada en el asfalto frente a la pensión, con los brazos apoyados sobre las rodillas y la cabeza ligeramente baja. Su rostro, aunque parcialmente oculto, mostraba una tristeza tan cruda que parecía atravesar la imagen.Andrews frunció el ceño, girando el teléfono entre los dedos mientras Donovan se acercaba y se detenía a su lado.—¿Todavía prefieres guardar secretos… incluso sufriendo? Después de todo… ¿qué hay de tan importante en esa vieja casa para que ella vaya allí? —comentó Andrews, con voz grave y fría—. No puedo imaginar qué la sigue incomodando tanto. La situación de su madre ya se resolvió.Donovan cruzó los brazos, mirando de reojo la pantalla del celular.—Tiene una vida bastante complicada, Andrews —dijo en tono neutro—. Y por lo que he visto hasta ahora… parece que esto va más allá de su madre. Hay cosas que aún no quiere contar; ya descubrimos algo sobre el padrastro, algo que ella nunca menciona.Andrews permaneció en s

Capítulo 139: S ombras de DesconfianzaAndrews observaba la pantalla del celular, la mandíbula tensa.Las fotos de Aurora con Ronald llegaban en secuencia: ella siendo arrastrada hacia un motel, y las imágenes daban a entender que entraba de manera consentida, además de mostrar la bolsa con el dinero que había retirado de la tarjeta que él le había dado.Donovan, al otro lado de la sala, mantenía la mirada baja, como si sintiera el peso de aquel descubrimiento, observando a Andrews con cautela y de manera furtiva.Entonces, el teléfono de Andrews vibró nuevamente. Era Janete.Él contestó en altavoz, la voz fría y venenosa de ella llenando la habitación.—Te lo advertí… —dijo sin rodeos—. Tu querida esposa te está robando. Está vendiendo las joyas que le diste y entregando todo al amante.—Cuidado de no acabar criando al hijo de otro, Andrews.Él no respondió.Un silencio pesado llenó la sala hasta que la llamada terminó.—¿Le vas a creer? —preguntó Donovan.—Estos son los hechos: las