>>> Tristan Rochette: ✧✧✧ Esa noche, en la casa de campo de los Rochette, en el pueblito fuera de la capital. ✧✧✧ La cena estaba servida. Una cena ligera y con una presentación muy apetitosa, aunque nada excesivo, nada condimentado en exceso, todo perfectamente calculado para cuidar a una mujer embarazada… y lo sabía, porque yo había supervisado el menú con anticipación. Bajé las escaleras mientras secaba aún algunas gotas rebeldes de agua de mi cabello rubio, recién salido de la ducha. La casa estaba en silencio, apenas se oía el ruido de la vajilla desde el comedor, donde la señora Denise, una de mis sirvientas de confianza desde hace años, terminaba de dejarlo todo listo con la puntualidad y el esmero de siempre. Yo llevaba puesta una camisa blanca, de tela ligera, mangas cortas, abierta un poco en el cuello, y un pantalón beige cómodo, ideal para estar en casa, aunque siempre elegante, como exigía el apellido Rochette. Entré al comedor, mi mirada celeste se desvió de inme

>>> Narrador: ✧✧✧ En la actualidad. Esa noche, en la ciudad de París. En el Club Palais De Minuit. ✧✧✧ En el salón VIP exclusivo del dueño, Victor Ivanov estaba reclinado en un sillón, con una de sus pierna cruzada sobre la otra, mientras una mujer francesa de figura esbelta se acercaba con una botella de licor francés de cosecha limitada, un armagnac tan exclusivo que pocos podían permitírselo. La botella brillaba bajo la luz dorada y él extendió la mano para que le sirviera. Ella vertió con delicadeza el líquido color ámbar en una copa. —Merci, ma chère (Gracias, querida) —murmuró Victor con una sonrisa fría mientras tomaba la copa. Frente a él, Bastien Delacroix estaba apoyado contra la pared, los brazos cruzados y el ceño fruncido, sus ojos azules fríos como el hielo. No era el tipo de hombre que se mostrara fuera de control, pero esa noche su pacienciaestaba en los límites. Victor dio un sorbo pausado, disfrutando del sabor del licor, antes de hablar con voz grave. —In

>>> Margot Dubois: ✧✧✧ En la actualidad. ✧✧✧ Estaba sentada en la cama, con el nuevo teléfono que Tristan me había dado hacía apenas unos minutos, su carcasa brillaba bajo la luz tenue de la lámpara de noche, y sin embargo, sentía que quemaba en mi mano. No necesitaba buscar nada, mi memoria era cruelmente fiel, sabía de memoria el número de Roxanne, mi madrastra… el de Madeleine… y el de Bastien, ese maldito número que no había cambiado desde la universidad, al menos no el que me dio a mí. Mis dedos se movieron solos… Tap… Tap… Tap… Sabía que Tristan había dicho que no lo hiciera, pero… Escribí el número de Madeleine, el brillo de la pantalla me hizo entrecerrar los ojos, y mi pulgar temblaba apenas sobre el botón verde, era mi hermana gemela, mi mejor amiga… no quería creer que fuera capaz de envidiarme, de odiarme como decía Tristan, no quería pensar que me deseara mal. La culpa me golpeó el pecho… "Si yo hubiera rechazado a Bastien desde el principio… nada de esto estarí

>>> Narrador: ✧✧✧ Esa mañana en la mansión del señor Delacroix. ✧✧✧ Madeleine Dubois desayunaba en el área del jardín trasero, tenía la magnífica vista de los rosales abiertos y la sombra apacible de un árbol frondoso que la protegía de la luz matutina. La mujer llevaba ropa de ejercicio, el cabello recogido en una coleta alta, y una alegría que no se molestaba en disimular, sus dedos golpeaban con ritmo el borde del plato mientras bebía jugo de su copa. Bastien apareció en la distancia, cruzó el sendero de grava sin prisa, se detuvo a dos metros de la mesa y no dijo ni buenos días, no se sentía obligado, sus ojos azules eran gélidos, su postura recta, calculador y exigente, como siempre, solo que hoy había un filo extra en el tono con que abrió la boca. —Dame el maldito paradero de Charles Rochette —le exigió ese hombre, sin rodeos. La copa de Madeleine tintineó, apenas lo sostuvo con más fuerza, intentó mantener la sonrisa, pero rápidamente se rostro cambió a molestia. —B

✧✧✧ Esa noche, en París. ✧✧✧ El automóvil de Bastien Delacroix se detuvo frente a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad, con terraza y una vista nocturna de la Torre Eiffel. El lugar estaba iluminado con lámparas doradas y velas sobre cada mesa, una suave música de cuerdas llenaba el ambiente, mezclándose con el murmullo de conversaciones discretas y el tintinear de copas. Madeleine reconoció el sitio en cuanto el chofer le abrió la puerta y ella bajó, con el vestido negro largo ajustado que había elegido esa tarde, su perfume fuerte y dulce expandiéndose a su alrededor, la piel brillante por el maquillaje perfectamente aplicado. Apenas la mujer dio unos pasos, el recuerdo la golpeó con fuerza. "Este es el lugar donde él venía con Margot… siempre… todos los años… cada maldito cumpleaños… cada vez que ella necesitaba desahogarse de uno de sus problemas estúpidos, como la débil que es…" "Le dije que se distanciará de Bastien pero siempre se excusaba con lo mismo: n