C71- ¿A QUIÉN TRATAS CON TANTA DULZURA?Kate estaba de espaldas, con el celular pegado al oído y una sonrisa que Grayson no le había visto en todo el día.—No digas esas cosas, carino… —dijo Kate, riéndose bajito.Carino. ¿Carino?Grayson frunció el ceño y caminó despacio hacia ella, sin hacer ruido, con la mandíbula apretada y los pasos medidos.—Te juro que tampoco puedo dejar de pensar en ti… —el tono de voz de Kate seguía dulce, bajo, casi como si acariciara con palabras.El estómago de Grayson se revolvió y sintió una punzada estúpida en el pecho, como si alguien hubiera tirado de un cable mal conectado.Otra pausa.—¡Mi amor! Ya te he dicho que eso no es gracioso.Grayson se detuvo a medio metro, con las cejas fruncidas y los celos revolviéndole el pecho como ácido. ¿Quién demonios era mi amor? ¿Y por qué sonaba como si estuviera completamente enamorada de él? Estaba a punto de arrebatarle el teléfono cuando el suyo sonó de golpe en su bolsillo. Gruñó con frustración, lo sacó y

C73- CLAVE 2-9-1-7Kate se agachó junto al escritorio y empezó a teclear como si su vida dependiera de ello, mientras el cuerpo inconsciente de Trent seguía tirado en el suelo, y Grayson no dejaba de mirarlo como si aún estuviera decidiendo si matarlo o pisarle la cara y Mason vigilaba la puerta.—¿En serio tuviste que besarlo? —reprocho Grayson acercandose al empresario, le dio una patada no muy fuerte, pero tampoco con cariño y Kate ni lo miró.—Relájate, fue solo un momento —dijo, sin dejar de teclear—. Y funcionó, ¿no?—Funcionó, dices… —bufó Grayson—. Pero parecía que lo disfrutabas cada maldito segundo.—Ay, qué lindo, ¿estás preocupado por mí? —Kate sonrió con malicia sin apartar la vista de la pantalla—. Tranquilo, mi labial tiene más veneno que una suegra resentida. Trent debería agradecer que sigue respirando.Mason soltó una carcajada detrás de la puerta.—Dios, ustedes dos son un desastre. En serio, deberían grabarse. Serían millonarios en T!kT0k.—Cierra la boca, Mason, y

C75- VEINTIÚN CENTÍMETROS DE PLACER.Grayson avanzó mientras sus labios no se separaban de los de Kate, devorándola con un hambre que llevaba demasiado tiempo conteniendo. El calor entre ellos era palpable, electrizante. Y cuando por fin se apartó solo un instante, sus ojos azules les dejaron ver su deseo y algo más peligroso: posesión.—Has estado jugando con fuego, Kate… —susurró, ronco—. ¿De verdad crees que no te hare pagar por cada vez que me tentaste?Ella abrió los labios para responder, pero Grayson ya los capturaba de nuevo en un beso devorador, sus manos yendo directamente al nudo de su toalla. Kate sintió el aire frío rozar su piel desnuda, pero apenas tuvo tiempo de notarlo, porque las manos de Grayson ya la recorrían, palpando sus caderas antes de subir, con adoración brutal, hacia sus pechos.—Dios… siempre has vuelto loco, Kate —murmuró contra su boca antes de bajar los labios a un pezón y comenzar a chupar con determinación.Ella cerró los ojos, echando la cabeza hacia

C77-¿TE QUEDA ALGUNA DUDA?Kate despertó con la luz del sol atravesando las cortinas. El calor suave en su piel le hizo fruncir el ceño, y al abrir los ojos, se dio cuenta de que el sol ya estaba alto, seguro era tarde.Entonces, como una bofetada repentina, las imágenes de la noche anterior se deslizaron en su mente. El cuerpo de Grayson sobre el suyo, su voz ronca diciéndole su nombre, sus ojos... sintió el rubor subirle por el cuello.Giró la cabeza esperando encontrarlo, pero a su lado estaba vacio.—Maldita costumbre de desaparecer —siseó, apretando los dientes.Iba a salir de la cama cuando la puerta se abrió.Y Grayson entró con total naturalidad, vestido con unos vaqueros y una camiseta gris que marcaba su torso y llevando unas bolsas de papel en las manos. Su sonrisa fue lo primero que lanzó, como un golpe suave al pecho.—Buenos días —dijo con esa voz que a ella siempre le desordenaba las ideas.Las mariposas en su estómago despertaron de inmediato, y ella, como si fuera ins

C79-ALGUIEN IMPORTANTE.Habían transcurrido dos días desde su regreso de Viena.Grayson estaba en su oficina, recostado en el sillón de cuero negro, con la chaqueta del traje abierta y la corbata desajustada. Frente a él, la pantalla del portátil mostraba documentos que no había tocado desde hacía horas, ni siquiera recordaba haberlos abierto.Tenía todo listo para volver a Chicago. El jet privado podía despegar cuando él lo ordenara, pero no lo hacía; algo lo retenía y ese algo era: Kate.Después de rechazarlo, ella no respondió ni una sola de sus llamadas, incluso lo había bloqueado de su teléfono, de su correo personal e incluso de sus redes. Mason se lo confirmó cuando él pudo acceder.“Está en modo glacial. Mejor dale espacio.”Como si eso fuera posible.Y para colmo, ni siquiera estaba durmiendo en la mansión. Se lo sacó, con una dosis de cinismo y sospecha, a Tomás, el jardinero. El viejo no lo dijo directamente, pero bastó con que bajara la mirada y se rascara la nuca.—No la