C184- ES EL PAPÁ DE LEO.Leo se aferró a la pierna de Kieran como si su vida dependiera de ello. Enterró la carita en la tela de sus pantalones, no quería mirar a su madre. No lloraba a gritos, no hacía berrinche; solo sollozaba bajito, temblando como una hojita.—No, mami, no… —repetía entrecortado, las palabras apenas audibles— aquí… Kieran…Clara tenía la cara roja, los ojos le brillaban, pero no de emoción, sino de rabia… y de cansancio. Tiró del brazo de Leo con fuerza.—¡Leo, nos vamos! ¡Suelta a Kieran!—¡NO QUIERO A KIERAN!—¡LEO, OBEDECE! —espetó Clara, perdiendo la calma.Kieran se agachó, intentando tocar a Leo, acariciarle el pelo, algo… Pero Clara lo apartó de un manotazo.—¡No lo confundas más! Ya está decidido, ¡nos vamos!El corazón de Leo, ese corazoncito de cinco años, pareció romperse de verdad. Sintió la mano de Kieran alejarse, y sus deditos se quedaron en el aire, como buscando algo que ya no estaba. Soltó un gemido, un sonido ahogado que le salió de muy adentro.
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